ARACA SUR es un espacio artistico que surge ante la necesidad de vivir y difundir nuestra identidad. Por un lado como habitantes de la geografía del sur del mundo, de Latinoamérica, de Buenos Aires. Por otro, ARACA SUR, también participa del sentimiento de sentirse o "ser" al sur como elección y no sólo como determinante de una ubicación geográfica.
O apenas un recorte personal de nuestra Historia intrincada al margen de un río barroso.





lunes, 13 de agosto de 2018

"Itinerarios", de Enrique Molina



Tu cuerpo y el lazo de seda rústica que conduce a las plantaciones

de la costa

al sudor de tu cabellera quemada por las nubes

a los instantes inolvidables

-tantas mutaciones de nómada y de clandestinidad

tantos homenajes a una belleza salvaje

que exige el desorden-

¡oh raza de labios de abandono

hechizada por la vehemencia!

y nuestra fuerza de profundos besos y tormentas

para el infierno de los amantes

hasta volver a su placer fantasma

a su ola de hierro de ayer detrás del mundo!



Aquellos hoteles…

Todas las rampas de la vida cambiante

la velocidad del amor el mágico filtro de la excomunión

la hambrienta luz del desencuentro en nuestras venas de azote

cartas desamparadas antiguas prosas de la noche de los abrazos

y el solitario frenesí de las palmeras

cuando en la ausencia

creciendo hacia mi pecho el fondo de la tierra me devuelve de golpe

todas nuestras caricias

el nudo furioso de la pasión en las negras argollas del tiempo

aquellos moblajes de desvalijamiento y de lluvias

luz de senos en el mar y sus gaviotas y músicas

sobre un altar de desunión con grandes lunas fascinantes sin más

pradera que tus ojos

país incorruptible

país narcótico

con risas del alcohol del viento

y tu pelo sobre mi cara

y las cálidas bestias doradas por el trópico

y el jadeo abrasador de la ola que vuelca en tu corazón su grito

de espasmo y de caída

y de nuevo esos lugares intactos para el sol

y de nuevo esos cuerpos ilesos para el amor

en medio del perezoso meteoro del día

levantando hacia el alma aquel esplendor

los paroxismos el lecho de las dunas y de la corriente con sus besos

en marcha

y las tareas de los amantes mientras la llamarada de la muerte brillaba

alrededor de sus cuerpos

como un afrodisíaco

avivando el deseo

el hambre

¡aquella furia de ayer detrás del mundo!

sábado, 9 de abril de 2016

Hubo otro tiempo,
yo lo sé.
Con sólo poemas en la memoria.
A veces me acuerdo, sin poema.

viernes, 3 de octubre de 2014

(adelanto de Íslenska)

Spa

Compartía el yacuzzi con una pareja.
Veinteañeros y menudos,
ella sin tetas,
le sobraban dos talles del corpiño de la bikini.
Nos protegían a los tres
decenas de burbujas calientes
con su neblina ámbar
sobre la tarde de invierno en la isla.
Tuve que volver a la cabaña a masturbarme.
Me atravesaba el recuerdo
del humo en el bar cubano,
sentía hervir la sangre
como después de varias copas
sobre la barra sucia
donde juro que vi a Chet Baker
envejecer
treinta y cinco años en un par de horas.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Válgame Dios, Nicanor, ya van siendo 100 los cumpleaños!


LA TRAMPA


Por aquel tiempo yo rehuía las escenas demasiado misteriosas.
Como los enfermos del estómago que evitan las comidas pesadas
Prefería quedarme en casa dilucidando algunas cuestiones
Referentes a la reproducción de las arañas,
Con cuyo objeto me recluía en el jardín
Y no aparecía en público hasta avanzadas horas de la noche;
O también en mangas de camisa, en actitud desafiante,
Solía lanzar iracundas miradas a la luna
Procurando evitar esos pensamientos atrabiliarios
Que se pegan como pólipos al alma humana.
En la soledad poseía un dominio absoluto sobre mí mismo,
Iba de un lado a otro con plena conciencia de mis actos
O me tendía entre las tablas de la bodega
A soñar, a idear mecanismos, a resolver pequeños problemas de emergencia.
Aquellos eran los momentos en que ponía en práctica mi célebre método onírico,
Que consiste en violentarse a sí mismo y soñar lo que se desea,
En promover escenas preparadas de antemano con participación del más allá.
De este modo lograba obtener informaciones preciosas
Referentes a una serie de dudas que aquejan al ser:
Viajes al extranjero, confusiones eróticas, complejos religiosos.
Pero todas las precauciones eran pocas
Puesto que por razones difíciles de precisar
Comenzaba a deslizarme automáticamente por una especie de plano inclinado,
Como un globo que se desinfla mi alma perdía altura,
El instinto de conservación dejaba de funcionar
Y privado de mis prejuicios más esenciales
Caía fatalmente en la trampa del teléfono
Que como un abismo atrae a los objetos que lo rodean
Y con manos trémulas marcaba ese número maldito
Que aún suelo repetir automáticamente mientras duermo.
De incertidumbre y de miseria eran aquellos segundos
Es que yo, como un esqueleto de pie delante de esa mesa del infierno
Cubierta de una cretona amarilla,
Esperaba una respuesta desde el otro extremo del mundo,
La otra mitad de mi ser prisionera en un hoyo.
Esos ruidos entrecortados del teléfono
Producían en mí el efecto de las máquinas perforadoras de los dentistas,
Se incrustaban en mi alma como agujas lanzadas desde lo alto
Hasta que, llegado el momento preciso,
Comenzaba a transpirar y a tartamudear febrilmente.
Mi lengua parecida a un beefsteak de ternera
Se interponía entre mi ser y mi interlocutora
Como esas cortinas negras que nos separan de los muertos.
Yo no deseaba sostener esas conversaciones demasiado íntimas
Que, sin embargo, yo mismo provocaba en forma torpe
Con mi voz anhelante, cargada de electricidad.
Sentirme llamado por mi nombre de pila
En ese tono de familiaridad forzada
Me producía malestares difusos,
Perturbaciones locales de angustia que yo procuraba conjurar
A través de un método rápido de preguntas y respuestas
Creando en ella un estado de efervescencia pseudoerótico
Que a la postre venía a repercutir en mí mismo
Bajo la forma de incipientes erecciones y de una sensación de fracaso.
Entonces me reía a la fuerza cayendo después en un estado de postración mental.
Aquellas charlas absurdas se prolongaban algunas horas
Hasta que la dueña de la pensión aparecía detrás del biombo
Interrumpiendo bruscamente aquel idilio estúpido,
Aquellas contorsiones de postulante al cielo
Y aquellas catástrofes tan deprimentes para mi espíritu
Que no terminaban completamente con colgar el teléfono
Ya que, por lo general, quedábamos comprometidos
A vernos al día siguiente en una fuente de soda
O en la puerta de una iglesia de cuyo nombre no quiero acordarme.

Nicanor Parra

lunes, 1 de septiembre de 2014

jueves, 10 de julio de 2014

Eliana Medero Trío en La Plata

Este viernes 11 de julio a las 21 hs. tenemos el gustazo de estar invitados a la pulpería Atahualpa, un nuevo espacio cultural y gastronómico que hay que festejar.
Tangos y locro!
Viva la Patria!!!

Eliana Medero voz
Julian Sortino teclados
Augusto Macri guitarra

Cómo llegar:
659 esquina 20 La Plata Parque Sicardi
1907 MAPA...: http://www.bing.com/maps/?v=2&cp=-34.999140~-57.864582&lvl=16&sty=r&form=LMLTFB La Plata

jueves, 12 de junio de 2014

Hoy 12 de Junio Eliana Medero

Esta noche te invito a un festival hermoso. Allí llevaré mis tangos junto a Julian Sortino y Augusto Macri. También compartirán la velada los Corazones Del Plata y el ensamble de Flor Goldstein, Miguel Frasca y Ana Cuevas Unamuno. Más la muestra de Elisa Borgnia.
Le ponemos lo mejor que tenemos a esta mágica noche de otoño.
Los Concertinos son maravillosos, están invitados!

21.30 hs Casa Dasein, Estado de Israel 4116 (esq. Gascón)
Entrada general $40

sábado, 7 de junio de 2014

alguien golpea vigorosamente una puerta

me despierta la determinación del acto

ciego de vecinos.

atiendo

a la desesperación contra la chapa

en la oscuridad,

su urgencia.

el umbral entre lo que se exige

y su respuesta.

lo crucialmente inesperado

tajeando la noche


hasta el último intento

hasta la ausencia del choque

retumbándome en el cuerpo

como una esperanza

viernes, 18 de abril de 2014

El rincón de los jubilados al sol, en lo muelle del solcito de invierno. Afirman, como ciertas categorías de ángeles, que permanecer ociosos en un rincón moviendo tan sólo unas cartas de baraja, contribuye a la amistad del cielo con la tierra. Para ello juegan a las cartas, pero sin moverse demasiado, sin entusiasmarse demasiado.

Arnaldo Calveyra

martes, 4 de marzo de 2014

Este viernes en Distal Café Cultural


Eliana Medero en Distal Café Cultural

"Lo verde que no es"

Viernes 7 de Marzo 2014 - 21 hs.

Los músicos que la acompañan en esta aventura son Julian Sortino en piano y Claudio Rinaldi en guitarra.

Entrada: 40 pesos
Reservas: (+54 11) 5235 1574
Distal Café Cultural
Junín 1725 - Recoleta
Buenos Aires
Argentina

miércoles, 5 de febrero de 2014

Eliana Medero en Clásica y Moderna! Lunes 10/2 20:30hs Av. Callao 892, CABA.



Poemas ariscos a ser traducidos, pero que no registran el menor esfuerzo en entregarse, "como la mujer que se maquilla después de cometer un crimen".
Un despliegue de todas sus mujeres en el escenario, una coplera que nos traerá vidalas norteñas, y otra que va brotando con el musguito de la Violeta Parra. Una velada donde la porteña sacará de la voz de su sangre los fantasmas que la habitan, las canciones que ellos le cantan y los poemas que le han leído y que luego ella también ha escrito. Porque Juan Gelman ya lo había descubierto, y esa mujer "debía tener unas 12397 mujeres en su mujer".

Eliana Medero es cantante y poeta. En 2011 publicó Lo verde que no es, "poesía tan pegada a la tierra que la eleva" dijo Hugo Mujica.
En 2013 ha editado el disco Lo que dure un tango, valses, tangos y canciones que acompañan la biografía de la cantante criolla.

- See more at: http://www.clasicaymoderna.com/actividades-culturales/279-lo-que-dure-un-tango-poesia-y-voz-de-eliana-medero#sthash.jBXIlZVZ.dpuf

viernes, 13 de diciembre de 2013

te me codificás en pleno abrazo
te me volvés hipérbaton verdosa
tan nítida que estabas tan hermosa
de golpe sos bandera fogonazo
camuflada en colores serpenteando
oculta en la inquietud y no te toco
te me escapás ambigua no te enfoco
flameando tetas verdes esquivando
negativa naranja incandescente
estás pero no estás adivinada
tu boca reaparece colorada
o azul besando a otro indiferente
celeste falo ondula y no es el mío
y cambio de canal y tengo frío


(Ramón Paz)

jueves, 28 de noviembre de 2013

Última edición del año de los concertinos 7/12 21.30 hs.



Última edición del 2013. El tango que se deja entrever otra vez y nos relojea desde un rincón del bajo porteño.

* Andrés Drimer
* Eliana Medero
* Juntacadaveres (versión pocket)
* YIRA::

-Venta de libros y CDs
-Pulpería/barra super económica y deliciosa, a cargo de la compañera Susana, nuestra cocinera preferida de San Telmo.


Espacio:l C D C Severino Giovanni (Paseo Colón 1068, esquina Humberto I)

jueves, 7 de noviembre de 2013

El Desierto. Raúl Zurita.

Abajo las infinitas piedras del desierto, montañas de
piedras, laderas, infinitas piedras sobre desierto como
un mar. Arriba el cielo, el cielo azul que cae. Las piedras
gritan al estrellarse con el aire, con el cielo que cae.

El desierto grita. Hay un muro de cal con nombres. Hay
un muro blanco y pequeñas botellas con flores de plástico
que gritan al doblarse bajo el viento.

Un poco más lejos hay un barco. Nadie diría que puede
haber un barco en el medio del desierto. Es un barco
grande, herrumbroso, recostado encima de las piedras.
Nadie lo diría, pero está allí. El mismo cielo que cae sobre
las piedras cae sobre él. Todas las piedras gritan.

Gritan, el desierto de Chile grita. Nadie diría que esto
puede ser, pero gritan.



Hay un barco en medio del desierto. Un barco reclinado
sobre las piedras del desierto y arriba la losa a pique del
cielo. El oceano invertido del cielo cae sobre las piedras y
éstas gritan. Nadie, salvo las piedras son capaces de gritar
así. Mireya se tapa los oídos para no oír el chillido del
desierto. Chile grita, el desierto de Chile grita. Mireya
acumula pequeñas flores de plástico frente a un barco
arrumbado en el pedrerío.

Están las costas, las tercas costas sin mar trepando para
atrás sobre las olas muertas de los cerros.

Mireya dice que es la madre de Chile. Que es la madre de
un barco reclinado en medio del desierto.



De lejos parece una mancha negra, pero es un barco.
Debajo de las piedras amontonadas contra su casco
asemejan olas. Pero no son olas, son solo piedras y
gritan. Las rompientes encaramadas gritan. Está
también el sol cayendo a pique y flores de plástico
coloreadas como soles minúsculos. Está el mar del
desierto, está el mar de piedras del desierto hirviendo
frente a Chile.

Están las diminutas flores y las costas gangrenadas del
mar reseco.

Mireya les pone nombre a cada una de esas flores. Ante el
barco parecen minúsculos soles despidiéndolo.



El desierto grita, el puerto reseco grita, el mar de piedras
grita azotado por el viento. Mireya le pone flores a la
tripulación de un barco herrumbroso y negro. Cada flor
tiene un nombre y se doblan juntas como pañuelos
despidiéndolo. Mireya dice que es la madre de un barco
de desaparecidos arrumbado en el desierto. Dice que el
barco es Chile, que una vez fue un barco de vivos, pero
que ahora surca el mar de piedras con sus hijos muertos.

Las flores se doblan. Oleadas y oleadas de piedras chocan
contra los bordes de un casco herrumbroso.

Hay un puerto reseco y un barco con una tripulación de
muertos encallado en la mitad del desierto. Mireya dice
que son sus hijos. El mar de piedras grita.

Chile encalla y naufraga en el pedrerío reseco de las olas.



En las noches del desierto hay bruma, pero ahora es el sol.
Las piedras hierven bajo el sol y se clavan contra el casco
herrumbroso. Inmóvil el barco parece hundirse. Nadie
diría que un barco puede hundirse en medio del desierto,
pero se hunde. Vendrá en la noche la bruma, pero ahora
es el sol.

Hay una cruz. Hay un barco herrumbroso y negro que
naufraga sobre las piedras.

Quién diría de un país con una cruz hundiéndose en el
desierto. Quién diría de la noche sepultándose en la
mitad del día. Quién de una tumba clavada en medio del
día lleno de sol.

La noche se hunde en medio del día. Mireya dice que hay
un barco lleno de muertos hundiéndose en el desierto.



Un país de desaparecidos naufraga en el desierto. La proa
de los paisajes muertos naufraga hundiendose como la
noche en las piedras. El sol ilumina abajo una mancha
negra en el medio del día. En la distancia parecía solo
una mancha, pero es un barco sepultándose a pleno sol
con su noche en los pedregales del desierto. Si ellos callan
las piedras hablarán.

Mireya dice que todos callaron y que por eso gritan las
piedras del desierto. Que gritan, que las flores son
también pequeñas piedras gritando cuando se doblan
frente a un barco de muertos.

El barco se hunde. Las áridas rompientes se amontonan
cayendo sobre Chile y chillan, las olas chillan, el terroso
mar chilla. Mireya le pone flores a la tripulación de una
patria de muertos encallada en la mitad del desierto. Dice
que fue el silencio de todos la tumba y que por eso las
piedras gritan tapiando la nave difunta de estos paisajes.



Un mar de muertos se está hundiendo entre las piedras.
El sol a pique ilumina una noche que desciende en el
sepulcro del desierto. Está la mancha como una fosa. El
barco desciende, los paisajes muertos descienden
mientras las empedradas olas se cierran arriba
tapiándolos. Está la noche en medio del día, están las
piedras que gritan.

Está la bruma de la noche del desierto hundiéndose en
pleno día. El barco muerto se hunde bajo la bruma de las
piedras y éstas chillán. Chile naufraga y el mar reseco se
cierra cubriéndolo, se cierran las olas de piedras y gritan.

La noche herrumbrosa y negra se hunde gritando en el
desierto.

Un barco de desaparecidos se hunde y las rocas muertas
se cierran encima chillando. Mireya se tapa los oídos y
pone flores de plástico frente a la fosa de las costas
muertas, de la noche muerta, de sus hijos desaparecidos
y muertos en los océanos piedra del desierto de Atacama.



Naufraga, se hunde. El barco herrumbroso se hunde y el
desierto se cierra sobre él cubriéndolo. Se cierra y Chile
se hunde, la cornisa muerta del Pacífico se hunde, la proa
muerta de los paisajes se hunde mientras las piedras
cayéndoles encima gritan que nada está vivo, que ya
nada vive, que si uno murió por todos es que todos están
muertos.

Los arenales muertos se cierran, la tumba de los paisajes
muertos se cierra.

Las resecas olas se cierran. Mireya dice que hay un barco
en un tierral de muertos. Que está allí, que una vez hubo
un país, pero que ahora es sólo un barco tapiado bajo el
mar muerto de sus paisajes.

Dice que si uno murió por todos todos los mares muertos
son uno, las costas muertas son una, las clamantes
piedras son una y que es el silencio la roca que tapió el
sepulcro de los paisajes. Ella dice que uno murió por
todos y que por eso hasta las piedras son el cuerpo que
grita mientras se clavan las llanuras muertas sobre Chile.



Todo ha sido consumado. El casco herrumbroso y negro
desaparece en el mar de piedras. El cielo cae encima de
ellas y éstas gritan. Hay un muro blanco rayado con
nombres y flores de plástico abajo. Hay una llanura y las
rompientes resecas del cielo que caen derrumbándose
igual que un tierral de muertos sobre el sepulcro de los
paisajes. Todo ha sido consumado. Mireya dice que todo
ya ha sido consumado.

Las rugosas rompientes caen, el mar difunto cae como un
montón de tierra. Los paisajes muertos caen como mares
de tierra.

Hay un barco de desaparecidos y muertos y encima las
piedras del desierto. Hay un muro blanco de cal con
nombres y detrás el océano de tierra cayendo sobre las
últimas planicies. Mireya dice que ya todo ha sido
consumado y deja pequeñas flores de plástico sobre la
planicie del pedregral que expira, ella dice que es el último
mar y que expira.

Que son las últimas piedras sobre un barco de muertos y
que expiran. Que Chile expira. Que solitario es usted el
último grito que expira bajo el INRI final de los paisajes.



In memoriam



Hay un barco en el desierto. Quién diría que esto
puede ser, pero hay un barco herrumbroso y negro
hundido en el desierto.

lunes, 21 de octubre de 2013

El Indio Cacciabue en Rosario

El 16/10 se inauguró en la sede de esta facultad la muestra de pintura "LOS ESTRÁBICOS" de Horacio Cacciabue.
La muestra podrá visitarse hasta el 17/11 de 15 a 19 hs. en 9 de Julio 1122, Rosario, Santa Fe.
El día de la inauguración Horacio Cacciabue y Adriano Peirone presentaron el libro "LA ARGENTINA ESTRÁBICA" de Gustavo Varela.

martes, 15 de octubre de 2013

17/10 22hs Edición XIX de Los Concertinos en los Buenos Aires! (noche de pibas cantoras)



Edición XIX de Los Concertinos en los Buenos Ayres!
(noche de pibas cantoras)

* Eliana Medero
* Camila López
* Lucía Riet
* Melina Sarmiento (última fecha en Argentina)

(cada set dura 20´)

*Pulpería accesible y verdaderamente deliciosa.

BonoGeneral30mangos

Casa Dasein: Estado de Israel 4116 (esq Gascón)

Consultas e inquietudes :
malditaportenyamanagement@gmail.com

lunes, 7 de octubre de 2013

Lo que dure un tango / Eliana Medero

Aquí se puede descargar gratis mi disco y los discos de artistas amigos!!!


http://malditasuertediscos.blogspot.com.ar/

jueves, 3 de octubre de 2013

Lo que dure un tango

Soy cantante y poeta. Crecí entre el barrio de Abasto y Burzaco, con un abuelo yugoslavo, la sangre ranquel, y el idioma guaraní que hablaban las mujeres de la familia. Así me fui haciendo, en la soledad de sentirme siempre bicho de otro lado.
Dejé la carrera de Letras cuando me animé a escribir. Empecé a cantar a fuerza de amigos tangueros. Aunque el tango ya había llegado a mi vida mucho antes, con mi abuelo. Vivíamos a pasos del Mercado de Abasto y mientras él conversaba con Eduardo Morera, (director de los primeros cortometrajes de Carlos Gardel) yo descubría en su casa el fascinante mundo en blanco y negro de cantores como Gardel, Charlo, Corsini, Mercedes Simone y Ada Falcón. Después llegó el despertar a las letras de los tangos, a su poesía, como un país del que ya no se vuelve, parafraseando a Homero Expósito.
Este primer disco se demoró bastante, como en general sucede con las formas de mis ideas. Es un recorrido por las primeras canciones que me subí a cantar a los escenarios. Lo comparto a modo de ofrenda para los amigos que me vienen acompañando y para todo aquel que quiera escucharlo y acercarse así a esta música que intenta trasmitir el maravilloso y único sentir tanguero.
Gracias a Julian Sortino por su paciencia y trabajo, a todos los músicos que participaron, a Mariano Matulich por la insistencia en los proyectos artísticos, a Juan Lucangioli por el amor de sus enseñanzas. Y a Raynald, por crecer conmigo. Dedicado a Pepe, quien supo enseñarme el tiempo de los sentimientos que viven Lo que dure un tango.

Descarga gratuita http://malditasuertediscos.blogspot.com.ar/

miércoles, 8 de mayo de 2013

dos personas se vuelven dos personas. se dejan de ver un tiempo. se dejan de tocar, de nombrarse, de reírse juntos, de emborracharse juntos.entonces aparecen de nuevo los aguinaldos, el lunes a la mañana, los vecinos y las elecciones legislativas. por ahí, capaz que alguna vez, uno recuerda cuando el otro, mirando sus cuadros, le dijo que en algún momento tenía que tomar la decisión de ser artista. y eso parece todo. pero después uno se vuelve a abrir otra zanja a donde ir a recostarse con las sobras de los demás. y mientras se está ahí, rascándose los pies con los días más o menos iguales, un colectivo lo salpica con la última vez que vio el terraplén en Pompeya. ahora son una gran risa que estalla mirándose el enchastre que les quedó de eso que alguna vez llamaron tiempo.

jueves, 3 de mayo de 2012

dalmiro ahora
arrastra las respuestas
con la pereza bruta
de una bestia

"no tengo idea"
"no sé"
le cuelgan como baba
de la boca

el cazador espera
entre dientes
que asome la presa

después dalmiro
le tira un hueso
para que se haga una sopa
y no joda más

que coge pésimo
y que la primera vez que mató
fue un gendarme

le estalla la panza
al cazador
que vomita y va de nuevo

dalmiro mira sin asco
un poco hastiado
lo que sobra
lo que termina sobrando

dice que con el tiempo
hay que aprender
a decir lo mismo
con menos palabras

sábado, 24 de marzo de 2012

24 de marzo. Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia

Nota II

ya que moría mañana
me moriré anteanoche/
con un cuchillito fino
voy a cavar el 76
para limpiarle las raíces a paco
las hojitas a paco
clavado al suelo como una mula rota

gente que me quería ayudar/
después le toca al 77
para encontrar los ojos de rodolfo
como cielos terrestres
fríos fríos fríos
diseminados por ahí/
mirada vacía ahora

va a haber que trabajar
limpiar huesitos/que no hagan
negocio con la sombra
desapareciendo/ dejándose ir
a la tierra ponida sobre
los huesitos del corazón/
compañeros denme valor/

la sombra vuela alrededor
como un objeto en mi pieza/
ni remedio que la pueda parar/
ni corazón ni nada/
ni la palabra nada/
ni la palabra corazón/
pañeros/compañeros.

Juan Gelman de "Notas", 1979. En Si Dulcemente, Lumen, 1980.

sábado, 4 de febrero de 2012

domingo, 8 de enero de 2012

Preludio de esperanza. Vicente Huidobro.

Cantas y cantas hablas y hablas
Y ruedas por el tiempo
Y lloras como lirio desatado
Y suspiras entre largos agonizantes que no saben qué decir
A veces también ríes con tus huesos de gran noche
Señalados en su sitio de esqueleto
Designados en su trozo de tierra saludando al cielo
Pide conformidad para tus altos intereses
En el país de la esperanza que despierta en tus costillas
Pide lección al árbol acusado por sus excesos
Y sus alas habituadas a todo trance
Escucha la salida del río escucha la sombra adentro de la flor

Cantas y cantas hablas y hablas
Y sueñas que la especie olvidará tinieblas
Pronto pronto el olvido del llanto
Las lágrimas armadas de tan lejana luz
Como animales numerados que van saliendo del mar
Pronto el olvido de tanta sombra suspirada
Pronto el futuro de horizontes que conoce su pasión

Cantas y cantas
Y tienes una voz acumulada
Tienes una voz con ciertos lados dolorosos
Y ciertos rincones impacientes
Y gotas de astros perdidos por su tierno corazón
Tienes cascadas en tus regiones más pensadoras
Tienes objetos convertidos en vidrio al fondo de tus ojos
Tienes rutas nacidas para el obscuro sonar de la garganta
Pues hacer un nudo de puertas con tus enigmas
Y así mismo desatar el tiempo entre sonidos y presagios
Puedes dar una parte a tu luz en el camino mismo

Hablas y hablas
Y ya sabemos que es como el ruido de la lluvia
Que cae de cabeza sobre el campo
Pero tu ruido lleva sueños y puntas de hojas pensativas
Lleva un bronce que ha escarbado cenizas y montañas

Cantas y cantas lloras y lloras
Y en tu llorar hay el combate de la muerte y de la marcha
Todas las últimas batallas con su color de límite
Y en tu silencio crecen árboles tan decididos como las borrascas
Y la muerte obedece a su mundo tembloroso
Ardiendo en sueños de clave visionaria

Hablas y hablas miras y miras
Y sientes la corteza que te separa de las ansias ajenas
Sientes desde adentro de ti mismo
Los impulsos del mundo los latidos de la tierra
Y los tormentos de todas las crisálidas
En su escafandra de enigmas
Sientes las alas ciegas de tus signos jadeantes
Y esa agua olvidada de sus mares que corre en tus arterias

Cantas y cantas ríes y ríes
Y tienes una dulzura que te come los huesos
Y oyes crujir la tierra que no sabe su nombre
Y le duelen los árboles
Le duele el mar con todas sus olas
Le duele el paso de los hombres
Y los arroyos obscuros que se entrecruzan
En un pacto ungido por la nobleza de sus años

Lloras y lloras miras y miras ríes y ríes
Y te detienes pensativo en medio de tantos ecos
En esta tierra de entusiasmos secretos
En estos vientos que traen apariencias de destinos
Y contemplas de un lado el empezar del mundo
Del otro la noche de cristales espantados
Y te vas y buscas ansioso
Esa música rasgada por donde se evade la casa
Y desaparece moviendo el corazón entre fantasmas
Cuando el sol te reemplaza de repente
Qué quieres que te diga
A tiempo de mirar caen las plumas
Como vejez de palabra en traje de alma
Qué quieres que te diga
El mundo baja por tus angustias a tu encuentro

Cantas y cantas hablas y hablas
Y te olvidas de todo para que todo te olvide
Hablas y hablas cantas y cantas
Lloras y lloras miras y miras ríes y ríes
Y te vas en silueta de aire

martes, 13 de septiembre de 2011

"Lo verde que no es" Poesía de Eliana Medero



"Lo verde que no es, poesía tan pegada a la tierra que la eleva..."
Hugo Mujica


Fe de erratas
A pesar del cariño, y como lo ideal es enemigo de lo bueno, tiene algunos errores de impresión:
Prólogo. Falta el nombre de su autor, Raimundo Rosales.
Poema N° 7. En cursiva "pero la noche traga y no convida".
Poema N° 12. En cursiva "Mucho humo y poca luz, farolito de papel".

jueves, 18 de agosto de 2011

"Ya no será" Idea Vilariño


Ya no será,
ya no viviremos juntos, no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa, no te tendré de noche
no te besaré al irme, nunca sabrás quien fui
por qué me amaron otros.

No llegaré a saber por qué ni cómo, nunca
ni si era de verdad lo que dijiste que era,
ni quién fuiste, ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido vivir juntos,
querernos, esperarnos, estar.

Ya no soy más que yo para siempre y tú
Ya no serás para mí más que tú.
Ya no estás en un día futuro
no sabré dónde vives, con quién
ni si te acuerdas.

No me abrazarás nunca como esa noche, nunca.
No volveré a tocarte. No te veré morir.

jueves, 26 de mayo de 2011

miércoles, 25 de mayo de 2011

Hoy Locro


Nosotros veníamos de un cuento de Vallejo cuando llegamos a la verdulería de Jonte y Cuenca. El Pocho con un durazno en la mano estaba diciendo que "una frase se apodera de la realidad". Coreamos la marchita y un pibe nos contó que el Tata tenía en la camiseta un "2011".

El monstruo político del país burgués se amontonaba entre los cajones a escuchar los poemas de Tuñón.

Dos se retorcían de algo más noble que la felicidad.

Y llegamos sin buscarlo, tal vez porque andábamos para encontrarlo, después de haber pasado por la casa de un tal Julio.

Esa mañana, después del café e insistiendo todavía con el mate, Rinaldi me había preguntado: ¿y si paseamos por Agronomía?"

miércoles, 11 de mayo de 2011

Presentación de "Lo verde que no es", poesía de Eliana Medero



Miércoles 18/5 20hs Librería Otra Lluvia. Bulnes 640. Ciudad de Buenos Aires.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Tengo que hacerlo, creo que me puede aclarar algunas cosas que ella no dice. Sé que esconde algo, no sé si a mí, pero de todas maneras me implica porque lo sé, lo percibo cada vez que sonríe, o calla. Son esos puentes que no veo, y que ella cruza frente a mí sin pudor y sin conciencia de estar abriendo, a lo largo de su sombra, esta angustia dentro mis días. Después de intentar preguntas inútiles que sólo han recibido, justamente, respuestas inútiles, o a medias, creo que la grieta, el lugar a dónde asentar mi base de estudio ha de situarse donde el sueño la vence, por si hubiese algo que no pudiera controlar. Cuando duerme tiene que estar desprevenida, tiene que poder relajarse, de qué otra manera entonces podría despertar tan fresca, como contenta y hasta con una mirada cómplice con lo que acaba de dejar del otro lado. Yo sé que puedo intentar decodificar sus movimientos, clasificar sus sonidos. Tengo un estudio sobre posturas al dormir que me sirve de base, pero no quiero confundirme, ella tal vez lo conozca, está en internet. Quizás maneja el punto de las posturas, lo ha estudiado y está bien resguardado. Pero si hay una esperanza de la que puedo colgarme son esas horas, no muchas, pero suficientes (un tercio del día está bastante bien para mi estudio) para poder ir trazando mapas de zonas a vigilar, y luego poder despejar las incógnitas que he detallado a modo de hoja de ruta. Lo que no pude, llevado por la ansiedad de acercarme al éxito de mi empresa, es clasificar mis inquietudes, ponerles un orden numérico a los temas que me interesan develar de ella. Por ejemplo, no puedo decidir si va primero indagar sobre su obsesión casi ritualista con los colores que elige para vestirse o si, en cambio, es más importante poder comprender por qué se empeña en continuar trayendo a casa todo tipo de plantas que van a terminar secándose pronto o muriendo por exceso de agua.
Y yo sé que sus sueños no forman parte de una constelación lejana de planetas a donde va a jugar de noche en noche. Ella me lo dijo, sus sueños son otra puerta hacia ella. No existe un muro entre el sueño y la vigilia. Ella sabe que va hacia allí cuando se acuesta. No estoy seguro de que ya en la cama se perciba en sus ojos ese orgullo de saberse inalcanzable en ese punto. Pero sí hay algo en ellos cuando me besa en el momento anterior a cerrarlos, algo como serenidad, la serenidad de quien posee seguridad, sin duda. La seguridad de saber dónde va a vivir las próximas ocho horas.
Y allá no estoy. Allá debe estar lleno de cosas que son ella sin mí. Allá se me escapa. Y no la quiero perder.

lunes, 4 de octubre de 2010

Tan huesolita que te ibas. Juan Carlos Bustriazo Ortiz

tan envidiada de qué sombras la tierra ardía huesolita
la siesta ardía melodiosa tan como ibas tu sonrisa era
una piedra arrobadora y era otra piedra mi costilla
dulcequeamarga solasola cuajada de alta pedrería eran
tus voces tan palomas eran tus manos piedras finas
guitarra tan azuladiosa eras la piedra que acaricia pie-
dra te ibas quién te roba última brisa de la brisa o
flauta mía o leja y rota tan huesolita que te ibas tan
de la gracia mucha y poca si cuando vuelvas ves mis
días oh piedra llena llaga
hermosa!

miércoles, 4 de agosto de 2010

"Bajo las estrellas del invierno". Héctor Viel Temperley.

La liebre que una vez que yo miraba
atardecer --volaban los chimangos!--
salió del sol y se sentó a mirarme

El pájaro que una mañana
se posó exactamente sobre mi corazón
a una hora en que su cuerpo todavía
calentaba la piel más que el sol

El pene entre mis dedos de ese enfermo
al que ayudé a orinar mientras marchábamos
lentamente una noche a un hospital
cruzando playas de estacionamiento

La perra que buscaba a mi pene en la sombra
cada vez que salía para orinar desnudo
mirando las estrellas del invierno
antes de regresar corriendo hasta el colchón
iluminado por el fuego que ardía toda la noche
en los troncos que hachaba con mi hacha todo el día

La mujer que pedía serenamente auxilio
agitando los brazos y volviendo a nadar
en las primeras horas de una tarde pesada
en que yo con el pan en el estómago
no encontraba a otro hombre en las orillas

Y todos los metros que nadé por el mar
sin ver jamás a la terrible aleta
Y mi alegría de noche en las ramas de un árbol
oyendo tangos en mi adolescencia
Y mis siestas sentado junto al cajón de un muerto
descansando en la digna frescura de una bóveda
del verano porteño que nos había humillado

Hablo de todas las horas y de todos los días
y de todas las estaciones y de todos los años

Pero la liebre que una vez que estaba solo
se ubicó exactamente entre el sol y mis ojos
guardando exactamente la distancia
que guarda un ángel que visita a un hombre...

Y el pájaro que un día
se posó exactamente sobre mi corazón
lo que es igual a recibir de un golpe
el propio corazón en el lugar exacto
el único lugar del universo
donde es una victoria recibirlo...

Y la perra que se acercaba agitando la cola
cada vez que volvíamos a encontrarnos desnudos
y solos bajo el cielo del oeste...

En fin...
Brillan los miles de ojos que me miran
Brillan las estrellas del oeste en invierno
Sobre la borda del colchón iluminada por las llamas
me siento arreglo el fuego
leo diarios viejos mientras mi sombra crece
Son las tres de la tarde en el reloj
que después del almuerzo se detiene
La noche es larga
Toda la noche sopla el viento
Mi muslo brilla con la saliva de la perra
o entre las piernas de una mujer de buen carácter
desnuda alegre dormida satisfecha
Vuelvo a despertarme cuando quiero
Vuelvo a salir al frío y a orinar nuevamente
porque estas noches bebo mucha agua
El fuego hace sudar al que lo cuida

En fin...
Hice orinar a un hombre
Salvé del mar a una mujer lejana
Y sé que puedo recordar algunos otros
actos de más amor de más coraje

En fin...
Pienso en todas las horas pienso en todos los días
pienso en todos los años sin encontrar mi imagen

Pero una liebre un pájaro una perra
me miraron a los ojos al corazón al sexo
como creo que sólo me miró también el mar
una madrugada de verano en que vagaba
con una pistola en el puño sin tener donde afeitarme

martes, 13 de julio de 2010

Adelantos de "Lo verde que no es"

yo te encontré
hamacándote entre el barro y lo sublime
la sonrisa mínima en el gesto
de quien finalmente aprendió a no esperar


hacías canciones como guerras
y la maravilla era ver el estallido
de tu indiferencia contra el tiempo

solías dejar pequeños dolores
azules como migas
para que te siga

alguna vez tuve tu mano y
toqué la distancia entre
tu mundo de colores muertos
y el mío ciego
hecho para las inútiles excavaciones

te gustaba el frío juego
de entrar/salir de mis agujeros
parecías adorar sentir el hielo en mi abrazo

nunca supiste que yo estaba allí

pienso en la manera en que presentías la furia
y cómo te vestías
de verde
para lucirla en escena

fuiste cruel y sincera
y siempre hermosa en tu silencio
simplente te perdías en el ser
como una nena en un arenero
con caramelos

cuando quise tocarte te rompiste
y con tus pedazos sigo
armando el mapa de lo que aún
late bajo estos huesos sin preguntas
algo húmedo que tiembla
como el amor
ofrendas
como el instante cóncavo a donde van a ahogarse los mejores animales de tu memoria
y esa debilidad por los despojos que te cubre los hilitos
de voz
cuando olvidás la certeza en la calle

fundan este espacio que te nombra
con ternura cruda

cuelan las armas de la astucia

y todo lo que sobra es derramado sobre tu vestido



ahora en tu patio está la tarde lamiendo el rastro salado de una sonrisa que va secándose como el poema de un pájaro que se resiste a ser dibujado.



sábado, 10 de julio de 2010

"Como reina que acaba" de Néstor Perlongher

Como reina que vaga por los prados donde yacen los restos de un
ejército y se unta las costuras de su armiño raído con la sangre o
el belfo o con la mezcla de caballos y bardos que parió su aterida
monarquía
así hiede el esperma, ya rancio, ya amarillo, que abrillantó su blondo
detonar o esparcirse —como reina que abdica— y prendió sus pe-
zones como faros de un vendaval confuso, interminable, como
sargazos donde se ciñen las marismas
Y fueran los naufragios de sus barcas jalones del jirón o bebederos de
pájaros rapaces, pero en cuyo trinar arde junto al dolor ese presentimiento
de extinción del dolor, o de una esperanza vana, o mentirosa, o aún más
la certidumbre

de extinción de extinción como un incendio

como una hoguera cenicienta y fatua a la que atiza apenas el aliento de
un amante anterior, languidecente, o siquiera el desvío de una nube, de
un nimbo

que el terreno de estos pueriles cielos equivale a un amante, por más
que éste sea un sol, y no amanezca

y no se dé a la luz más que las sombras donde andan las arañas, las
escolopendras con sus plumeros de moscas azules y amarillas

(Por un pasillo humedecido y hosco donde todo fulgor se desvanece)

Por esos tragaluces importunas la yertez de los muertos, su molicie,
yerras por las pirámides hurgando entre las grietas, como alguien que
pudiera organizar los sismos

Pero es colocar contra el simún tu abanico de plumas, como lamer el aire
caliente del desierto, sus hélices resecas

"Fresca" Ricardo Zelarrayán (Argentina, Entre Ríos, Paraná, 1940)

El que se escapa termina solo. Días, a la larga dentelladas, y

el aire no se tiñe como el agua.



Nada pasa de largo y nadie se aguanta tampoco. Traicionera canción

de piedras que se desmoronan. Vaya canto a la soledad. Humo

negro en noche aún más negra que borrachea en el tiempo, sola

al fin, suelta y olvidada como una noche cualquiera.



Se siente en los tobillos, el sueño, el humo, tiempo, hace pasar

los trenes, las carretas lentas, culebras, babosas, lombrices

ciegas.



Las distancias cortas de los cabellos que pudieron escaparse de

la piedra traída de los pelos y de la maldición dicha sin ganas,

estropeada y cariada.



No más ilusiones perpetuamente iluminadas por el sol. La

siesta aplana. El filo es filo.



El cuerpo…o se quiebra o se queda. Aplastado ahí nomás.

Cálculo o maldición no alcanzan a salir de boca e’bagre

apestado.



Sonrisa, un humo de tantos sobre un vértigo de borrachera y el

humo rápido.



Guiñada oscura de los ojos cobardones. Grito blando. Y ni

aguja ni aguijón suicida

Cuerpo de puro salto, gritito, cuerpo blandito. Mordida sin

pausa, serrucho melodiando siempre.



Traición merodea, traición melodea, traición empuja a pura

uña. Y queda el arranque nomás. El arranque de motor

todo. Borrar, pasar el trapo alegremente entre la serenata

de los sapos y el humo silencioso sobre el agua.



La fresca al fin, a fresca. La flor que no se horca nunca.

miércoles, 7 de julio de 2010

lunes, 5 de julio de 2010

Horacio Castillo (Ensenada, 28 de mayo de 1934 – La Plata, 5 de julio 2010).

DICE EURÍDICE

La ansiedad me dominó, y luego la inquietud, cuando supe que venías:
horror de que me vieras así, con este tocado de sombra,
el pelo sin brillo -el pelo, que el sol no se cansaba de dorar.
Terror también de que no fueras el mismo -el que permanecía en mi memoria-
y al mismo tiempo curiosidad por ver de nuevo un ser vivo.
Hace tanto que nadie venía por aquí,
tanto que nadie se llevaba un alma o un perro,
que cuando oí tus pasos y tu voz llamándome,
cuando por fin te estreché, más que a ti estaba abrazando a la vida.
Después tu calor me condensó, me secó como una vasija,
y caminé por el sombrío corredor
otra vez con aquella máquina atronadora dentro del pecho
y un carbón encendido en medio de las piernas.
Caminé de tu brazo, imaginando ya la luz,
los árboles junto a los cuales caminábamos,
aquella habitación llena de espejos
donde flotábamos como dos ahogados.
Hasta que de pronto tu paso se hizo nervioso,
tu pensamiento se espantó como un caballo,
y vi que tratabas de desprenderte de mí,
de librarte de la trampa de la materia mortal.
"No te vayas -supliqué- no me dejes aquí,
déjame ver de nuevo las nubes y el sol,
suéltame por el mundo como una potranca tracia."
Pero tú ya corrías hacia la salida,
y durante siete días y siete noches oí cómo llorabas,
cómo cantabas en la ribera del río infernal
nuestra vieja canción: "Lo lejano, sólo lo más lejano perdura."


De “Alaska”, 1993

lunes, 28 de junio de 2010

Poema El perro sin plumas- (Paisaje del Capibaribe II)-(Continuación)

Porque en el agua del río es
donde ellos se pierden
(lentamente
y sin dientes.)
Allí se pierden
(como no se pierde una aguja.)
Allí se pierden
(como no se rompe un reloj.)

Allí se pierden
como no se rompe un espejo.
Allí se pierden
como se pierde el agua derramada;
seco el diente seco
con que de repente
en el hombre se rompe
el hilo del hombre.

En el agua del río,
lentamente,
se van perdiendo
en fango; en un fango
que poco a poco
tampoco puede hablar:
que poco a poco
asume los difuntos
ademanes del fango,
la sangre de goma,
el ojo paralítico
del fango.

En el paisaje del río
es difícil saber
dónde empieza el río;
dónde empieza
en el río el fango;
dónde la tierra
empieza en el fango;
dónde el hombre,
dónde la piel
empiezan en el fango;
dónde empieza el hombre
en aquel hombre.


Difícil es saber
si aquel hombre
no está ya
más acá del hombre;
más acá del hombre
capaz al menos de roer
los huesos del oficio;
capaz de sangrar
en la plaza;
capaz de gritar
si la muela le tritura el brazo;
capaz
de tener la vida triturada
y no únicamente
disuelta
(en aquel agua blanda
ablanda los huesos
como ablandó las piedras.)

miércoles, 23 de junio de 2010

Caetano Veloso - Sozinho (Ao Vivo)

"Envíos" Jorge Boccanera

Todo lo que se da llega a destiempo.
No existe otra manera.
Entre el ojo y la mano hay un abismo.
Entre el quiero y el puedo hay un ahogado.
Un país que asoma su cabeza deforme en una
carta,
y va a darse a destiempo,
nada es lo que
esperabas.
Y lo que llega envuelto en papel de regalo se irá
sucio de odio.
Bailamos entre los escombros de una cita.
Dibujamos una taza de café en el desierto.
Vivimos de sumar y de restar:
lo que te da el amor, lo que te quita el miedo.
Al final nos entregan los huesos de un perfume.
Aún así persistimos.
En alguna montaña vive un pez resbaloso.
Entre números rotos se desliza una estrella.

"¿Quién?" Juana Molina

¿Quién la abrazará por siempre?
¿Quién le curará la tos?
Siempre y cuando esté presente
...una madre es más que dos

Y si no estoy ¿quién será su mamá?
¿quién vendrá si yo me voy de acá?

Una vez estuve ausente
me fue bien, me divertí.
Con razones suficientes
al volver me arrepentí

Porque al llegar la vi
y supe que ella ya no me esperaba
Sus ojitos lo decían todo:
Nunca más, mamá, te vayas.

viernes, 18 de junio de 2010

Nueva web de Gabo Ferro




Diseñana por
4060
Design and Visual Communicaction Studio
www.4060.com.ar

extracción de otra piedra de la locura mediante corte de pelo

jueves, 17 de junio de 2010

MARQUINA EN LA MAÑANA REPARANDO LOS RASTROS QUE LA DEBILIDAD LE DEJA CUANDO DUERME

POR DANIEL DURAND

no permitas que nadie te enseñe a escribir, no dejes que nadie te de indicaciones, no te desalientes, no preguntes, aprendé solo , fijate que la inmensa mayoría es basura, que no te guste lo que escribís porque le gusta a la que te gusta, si lo que escribís le gusta a la que querés tirá todo eso, dejá lo que no entendés, no tirés nunca lo que te da vergüenza, poné los nombres verdaderos de tus parientes y amigos, si los cambiás vas a ver que ya no existen, y no se puede escribir de lo que no existe, no dejes que nadie te alabe, cuando te digan que es muy bueno lo que escribís empezá con otra cosa, si se te ocurre un poema escribí en prosa, si te viene una novela, escribí un poemita, nunca corrijas textos que sabés que pueden mejorar , corregí lo que no te acordabas que existía, no te olvides que los bailes están cargados, alguien los puso ahí para que vayas y creás que podés contarlos, escribí de lo que va a pasar como si estuviera pasando, inventá una escritura biográfica, no dejés que la realidad destruya tus papeles, cambiá la realidad para que se parezca a lo que escribís. Si cogés que sea para contarlo, no te encames por amor, nunca, si sufrís que sea para darle existencia a un personaje, no dejés que la experiencia te sirva para algo fuera de la literatura, sé un perro, siempre, apostá al caos, el tiempo después ordena todo, lo junta, la gente le pone nombre a todo lo que hiciste, no hagás caso, de nada, no sirve estar triste por lo que pasa, los que te destruyeron te odian, nunca olvides eso, los que te odian te envidian, no hay vuelta, los que te envidian te aman, y no olvides que esa noche de gloria es eterna y sirve para siempre, nunca vas a poder quejarte. ah, me olvidaba, hay que borrar todo esto…



(De: “Marquina”, incluido en “El Estado y él se amaron”)

martes, 11 de mayo de 2010

"El augurio" Juan Rodolfo Wilcock

Sentados sobre un muro los Troyanos
vieron pasar a Helena, sorprendidos,
en un barco de remos repetidos,
y con asombro unieron sus dos manos;

y en el cielo sus rápidos hermanos,
sobre el puerto de Ilión inadvertidos,
anunciaron desastres, y sonidos
de guerra, y otros barcos espartanos.

También al verte imaginé las fu ...rias
de una guerra fatal y prolongada,
llena de ardor, de encantos, y de injurias;

este asedio tan largo de los días
ya fue previsto en tu primer mirada,
ya me venciste cuando sonreías.

miércoles, 17 de febrero de 2010

las palabras y lo mirado

después de dudar y arder
frente a un pequeño abismo,

cuando no hay nada que hacer más que
volver a contar las mismas
repetidas marcas de
las uñas en la pared
o
el refugio de la furia,

aún así se podrá contemplar
para siempre ya
cómo quedan
tejiendo otredades
las palabras y lo mirado

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Era mágica. Estaba hecha para desaparecer.

Ella no se despedía. No te decía -bueno mirá no funcionó, te deseo lo mejor-, o, -siempre nos quedará París...-
Ella te regalaba un libro, que dependía de sus últimos descubrimientos (sobre ella, claro está) y entonces uno tenía que interpretar por el título o alguna reseña personal sobre el autor, o el color de la tapa (ni hablar si era verde... el verde era el color de su furia) lo que nos quiso decir, y que así se iría de nuestra vida para dejarnos entre un mensaje oculto en letras y hermosos recuerdos que ella misma se había encargado de inventar porque así quería ser evocada, ejemplos: ella colgando las cortinas en nuestra casa, ella encremándose antes de acostarse, ella guardando caramelos en mi mochila, ella regalándome una postal vieja, etc.
Y uno, después de tanta imagen de ella con ella, terminaría por comprender que su amor fue una suerte de composición de cuadro. Y que lo mismo daba llorar o no, porque ella nunca fue real.
Eso sí, era mágica. Estaba hecha para desaparecer.

miércoles, 28 de octubre de 2009

extraña combinación, o no tanto, es esta curiosidad, mezcla con tedio. este apostar con la carne hasta dónde llega la pose y dónde se comienza a bordear otra cosa.
como si se pudiera señalar lo real. el dolor es real. pero hasta el dolor se deshace con el agua.
y se ofrece ansiedad como flores. o se besa un espejo frío.

domingo, 11 de octubre de 2009

"La Peripecia" de Eliana Medero y Rafael Walger

Había algo rancio en el aire. Pero esta vez no se trataba de los viejos trucos secándose al sol. Ni podía ser el cuero de eso que aún no despertaba.
Decidió esperar alguna señal de furia, la que no llegaría hasta mucho después. Repasó Yuyo Verde como un mantra: “de tu país ya no se vuelve, de tu país ya no se vuelve”.
Estaba decidido. Abrió el gran baúl, lo vació de puntillas, sábanas y manteles. Detalladamente fue escogiendo una a una las cosas que llevaría: un lápiz, un atado de papeles, un cuchillo que le regaló su padre, un vaso y un plato de lata, sus tres camisas, un par de zapatos que le regaló su madre y nunca usó, una frazada que creía olvidada. Viendo qué llevar encontró una caja con fotos. Sin mucha curiosidad tomó la caja mientras recordaba aquellas palabras que había escuchado en medio de alguna objeción, hacía varios años ya, y que, ahora, parecían sonar a revelación: "si necesitamos ver fotos de lo que fuimos, estamos jodidos". En un acto casi mecánico, fue pasándolas todas sin detenerse en ninguna en especial, como si las decenas de fotografías fuesen exactamente iguales. Así que las dejó, ya nada valía más que su decisión. Tomó unos cassettes, una almohada, una botella de vino y cerró el baúl. Le puso unas cinchas y lo cargó en su espalda. En su cuello colgó su grabador de sólo un bafle Panasonic, lo prendió y los Beatles inundaron sus ojos. Empezó la marcha.
Descubrió que el calor era capaz de despertar los sentimientos más miserables que, con no poco esfuerzo, había estado evitando. Se sintió de pronto agotado cuando comprobó que en la calle todavía algunas personas parecían esperar algo de él. Pensó: "y, bueno, no te gustan los Beatles... a mí tampoco me gustás vos, y acá estamos mirándonos las caras." Masticó puteadas cuesta arriba por la calle adoquinada. Lennon le decía: I am the eggman, they are the eggmen. I am the walrus, goo goo g'joob.
Su marcha era constante, hacia arriba. El baúl golpeaba las copas de los frutales y las naranjas caían. Las naranjas se pudrirían al sol. Él sólo quería buscarse.
Pero, ¿por dónde empezar? ¿Cómo se busca un hombre cansado de su hombre? ¿Dónde detener la mirada, dónde ya nunca más? Pendulaba entre el asco y la incertidumbre, pero nunca en el arrepentimiento.
Pensó en el vino. La idea de beber le amortiguó por un rato el peso en la espalda. Intentó creer que repasaba ideas que luego escribiría, pero sabía que muy poco o casi nada de todo aquello sobreviviría cuando se detuviera. Porque entonces tendría que cuidarse, y mucho, porque ya no era cuestión de detenerse en cualquier sitio.
El sudor, las lágrimas y la baba se mezclaban en un rastro dudoso. Cuando quiso darse cuenta ya estaba en cuatro patas. Se sintió elefante y ratón. Se sintió puta y cliente, verdugo y ahorcado. Se sintió único y repetido. Camino en cuatro patas media calle más hasta que el viento lo sacudió de flores… "Bang! Bang! Maxwell's silver hammer came down upon her head, Clang! Clang! Maxwell's silver hammer made sure that she was dead!!!” Vio los pies más hermosos jamás vistos...
"No. No pueden estar ahí. ¿Qué hacen estos pies en mi camino?" se dijo. Sabía que empezaría a dudar si aceptaba su curiosidad. Pero también sabía que no podía perder ya nada más. ¿O sí?
Por un segundo trató de idear cuál sería la mejor manera de parecer digno de de esa cercanía. Pero lo que manejaba esos pies definitivamente parecía más resuelto que él.
Dudó en incorporarse. El anillo que abrazaba el dedo en ell pie de esa presencia le aseguraba tormentos y frustraciones, como también, probablemente, placer y juventud.
Vio sus piernas doradas, su pollera de seda verde, sus manos cargadas de ganas. Y vio su ombligo, se detuvo ahí.
“Hola” le dijo ella con su voz de pasto recién cortado.
"Y encima habla" dijo en una voz suficientemente baja y cobarde. Entonces fue cuando tuvo que mirarle los ojos. Si no hubiera tenido ojos tal vez hubiese sido mejor, porque esas dos bolitas parecían encaprichadas en pegotearse sobre su miseria para desenmascararlo, o al menos para burlarse un buen rato. Y él lo sabía. Sabía que algo superior llegaría para destruir su no plan.
Perdido en el mar de sus ojos negros, quiso responder el saludo pero cayó de espaldas. "Lucy in the sky with diamonds" flotaba en un viaje interminable al ridículo. Quedó como tortuga tomando sol. Ella se le acercó, sonrió. Su cadera rozó su brazo y se marchó. Él pasó toda la tarde y la noche boca arriba sobre el baúl, caminado constelaciones.
Si fue real o no, qué importaba. Sin duda se trató de un accidente del universo.
Los bichos en su cabeza le roían las ideas.
Lo redimió comprobar que la botella de vino aún estaba intacta, había permanecido toda la noche debajo suyo.
Antes de incorporarse sintió al tiempo pasar por su lado izquierdo. Una cosquilla feliz lo devolvía a la vida, se retorcía de realidad.
Desenganchó las cinchas y cayó al suelo. Rápidamente abrió el baúl y tomo la botella, sacó el corcho y bebió, bebió todo de un trago. Se cambió la camisa, tomó el cuchillo y estrenó los zapatos. Se alejó tres pasos del baúl, lo despidió y se marchó.

Definitivamente, la ligereza era toda una religión a profesar.
El vino ondulaba en su estómago, se sentía casi en paz. Escarbó en sus bolsillos, tal vez podría procurarse algo de comida en un lugar barato, y hasta sentarse a una mesa para mirar por la ventana cómo pasan, repetidas, las horas.
Volaba… Todo le daba lugar, todo lo saludaba y él saludaba a todo con sonrisa de nuevo novio. Y sin embargo, ¿quién era esa mujer y dónde encontrarla? ¿cuántas mujeres como esa existirían?.
Las mujeres nunca habían sido parte de sus mejores recuerdos. Es más, si se tiene en cuenta una cierta que mal le habría pagado su amor, podría decirse que no le cabía mucha fe en ese tipo de existencia.
De todas maneras, un poco por aburrimiento y otro tanto porque tenía que procurarse algún tipo de vida más o menos convincente, siempre terminaba siendo un reincidente. Pero esta vez era distinto, o eso quería creerse. Quería no repetir los detalles de aquel fantasma en cada vestido nuevo. Quería ser sólo él. Un hombre, o lo que quede de él.
Entonces masticó sus voces, las devolvió a su letargo y miró pájaros. Una sana envidia lo alcoholizó, empezó a correr e intentar volar. Entre patético y envidiable daba saltitos y aleteaba, hasta llego a graznar un par de veces. Luego de un rato sintió despegarse del suelo.
Pensó que otra existencia tenía que ser posible. Que si el quería podría ser pájaro, zapato o esquimal. Sólo tenía que sentirlo. El creerlo llegaría sólo.
Levantando una ceja logró ver una ventana con alegres cortinas movidas por el viento. Viento que le señalaba y le decía: "acá pollo al horno con papas, batatas y zapallo". Caminando en esa dirección el viento le dijo: "acá hogar, mesa y sillas, cama con acolchado". Ya casi en la puerta el viento le dijo "¿usted quién es?" Miró hacia abajo, impostó levemente la voz y respondió: "ahora soy sólo hambre". Lo creyó y entró. Experimentó una vaga sensación de pertenencia o compañerismo, allí todos iban a lo mismo. Un poco de la rutina diaria, en el mejor de los casos, la de meterse algo en el estómago para cumplir aunque más no sea con una función vital.
La casa era chica. Nadie le preguntó nada. Le hicieron un lugar en la mesa. Le sirvieron una pata con su muslo, papas, batatas y zapallo "El viento no se equivocó" pensó. Comió sin levantar la vista. Escuchaba a los demás comer, pero no se atrevía a mirarlos.
Cierto es que habría preferido la pechuga, pero no tenía ganas de alterar demasiado el orden de lo que la providencia le estaba ofreciendo. Se sentía arrojado al azar, pero a la vez, dueño como nunca de sus mínimos pasos. Las batatas, en cambio, podrían ser las mejores que había probado en su vida. Precisamente terminaba de comerse la última cuando algo le pateó la pierna. Cabeceó rápido y descubrió que en la mesa había sólo mujeres. Todas hermosas y de distintas edades. Todas lo miraron y coreográficamente le sonrieron. El apetito por la comida fue reemplazado súbitamente por otro más pulsional. Se vio tigre rodeado de ciervas. Una escena que algo superior le estaba ordenando dirigir, o al menos actuar pronto, antes de que se dieran cuenta.
En el apuro empezó diciendo: "estuvo delicioso..." Ahora la sonrisa de las mujeres estalló en una carcajada colectiva más violenta de lo esperable. Tuvo miedo, sintió que lo había arruinado todo. Pero las carcajadas siguieron al ritmo en que fueron retirados los platos, y terminaron con la llegada del postre: gelatina.
Las mujeres lo miraban fijamente, él sentía claramente pánico. ¿Cuál ficha mover? De a una, fue mirándolas a todas. Una le asintió con la cabeza, como diciendo "comé, comé". Con su mano tomo un poco de gelatina y la comió. Ellas comenzaron a codearse y a cuchichear.
"Es en vano" pensó, "cualquiera será la incorrecta, como lo son todas cuando el pulso vuelve a calmarse". Algo le decía que ese lugar era el templo de su cobardía, que allí podría encontrar pseudo-respuestas a todo.
Empezó a ponerle precio a las sonrisas, todas tan baratas y sin embargo tan caras le saldrían a él, que luchaba con su dignidad, que se rasgaba el alma sin saber bien para qué, pero con cada vez más indicios de para qué no.
Tiró los dados de su vergüenza y sumaron cinco. Contó de izquierda a derecha "uno, dos, tres, cuatro, cinco". Miró a la ganadora de sus miserias, una mujer que tendría la edad justa. Tembló. Inventó una invalidez en el reglamento de dados mentales, algo que lo excusara y le diera chance de tirar nuevamente. Lo hizo. Cinco. Pero justo cuando se decidía a tomar envión para realizar algún gesto de evidente complicidad con ella, escuchó por primera vez allí, la voz de un hombre. "Buenas -dijo- soy Justo Morales, ¿el grabador es suyo? Vea, sucede que la radio de aquí no funciona desde hace días, y... bueno… si no lo toma a mal, ¿no me dejaría encenderla un rato?"
Por algún motivo esa voz le acalambró el alma. Morales tenía en su mano la Panasonic de un bafle. ¿Cómo sabía ese hombre que el aparato era suyo? Él ya había olvidado su existir. Había olvidado el existir de casi todo.
No llegó a responder que en la radio ya se escuchaba Sandro. Quedó como hipnotizado, un aura de profundo romanticismo lo envolvió al mirar a la número cinco. Pero, ¿qué tendría que ver el tal Morales con ella? Lo mejor sería aclarar las intenciones con él, indagarlo, sellar la complicidad con ella. Por un momento creyó que allí comenzaba el gran juego.
"Sandro… como Elvis pero argentino… je…" Nadie sonrió. Se escuchó hasta el ruido de una estrella morir. Morales movió el dial y lo dejó en una sintonía evangélica.
Era la sobremesa. En la habitación todo olía a pollo. Número cinco le ofreció un cigarrillo. "¿Quiere?" Tenía dedos largos, finos y medio verdosos. "Soy Emilse. Rosario (señalando a una de las maduras), Mercedes (que podría llegara a ser la hermana mayor de Emilse, por el parecido), y ellas son Lala y Lele (andarían entre la niñez y la brutalidad).
"No fumo" respondió, y todas lo miraron incómodas. Morales le trajo un café en un cacharro de metal. Emilse no sabía si prender el cigarrillo o no, ella no fumaba pero le prendía los cigarrillos a Morales. "Chicas, pongan cómodos a los señores" dijo Rosario. Lala y Lele atendieron a Morales; Emilse y Mercedes, a él.
Mercedes le trajo un cenicero de lata con la propaganda "pida su café con gotas de 3 plumas".
Emilse, después de recoger los platos, se perdió por un pasillo. Mercedes le dijo al oído: "me parece que quiere que usted la siga... pero tómese el café tranquilo", y se instaló en una cocina improvisada detrás de la mesa para ponerse a fregar en una palangana los vasos, cubiertos y platos.
"El camino del señor esta lleno de tentaciones" dijo Morales mientras Lala y Lele reían. "El asunto es encontrar el punto exacto, como la cuerda floja… ¿Cuál es su nombre?” “¡¡¡Ayyyy!!!” Mercedes se cortó la mano al rompérsele un vaso y la sangre inundó la palangana.
Siempre fue un hombre de reflexión más que de acción, así que se quedó impávido viendo cómo se coloreaba el agua. Lala corrió a ver el corte mientras Lele buscaba un repasador limpio. Sólo atinó a alargar un poco el cuello para mirar con más detalle, gesto que quiso ser interpretado por Mercedes como preocupación, de manera que ésta le dijo: "No es nada. Viene bien, así se va la sangre vieja. ¿…le impresiona?"
"No, estoy acostumbrado." ¿De dónde sacaba esas respuestas? ¿Por qué nadie lo golpeaba por ser tan nada? "Vaya pal fondo mi amigo, yo me quedo con las nenas" le dijo Morales. Lo de "las nenas" le quedó en la cabeza mientras se incorporaba y comenzaba a andar el camino hacia Emilse. Divisó el pasillo y fue hasta él. Antes de cruzar el umbral, volvió a relojear la sala. Pero ya nadie reparaba en él. A medida que avanzaba en sus pasos, un olor a incienso se hacía más intenso. Lo mismo que una melodía que conocía perfectamente "I cant give you anything but love" por la mismísima Billie.
Emilse... recordaba su cara espléndida y sus manos casi verdes. Lo sorprendió no recordar su cuerpo.
No encontró puerta para golpear, sólo había una cortina de gasa. El incienso lo purificaba. Entró al cuarto y vio un colchón en el suelo, algunas velas sin prender, y un gran espejo manchado frente al colchón. No vio a Emilse, pero sabía que estaba ahí.
Fue directamente al colchón. Se acostó sin dudarlo cómo si hubiese estado esperando ese momento con urgencia. Hacía un poco de calor.
Lo último que vio antes de cerrar los ojos fue una mancha de humedad en el techo que tenía forma de copa. Le pareció todo un augurio.
Escucho el caminar de Emilse, la percibió arrodillándose en la punta de la cama.
Ella le quitó los zapatos y con una aceite frío le frotó los pies. "Con esto me doy por hecho" se dijo, flojo, a sí mismo. Emilse le quitó su harapiento pantalón y lo dejó en calzones.
Sintió el leve pudor de quienes quedan a mitad de la desnudez. Sintió pena por ella, porque nada podía ofrecerle más que su cuerpo allí tendido para recibir todo de esa mujer verdosa que le tocaba los pies, y un poco de lo que habría en el lugar de los que todavía tienen alma.
Ella empezó a cantar con una voz de violín. Avanzó hacia el pecho de él, le desabrochó la camisa y comenzó a frotarlo. Él creía no poder soportar tanto contacto. Escuchaba su canto y oía también historias que se tejían en su mente
Creyó que lo mejor sería no decir nada, dejarla hacer. Tampoco pudo evitar pensar que tendría que haber un error, que de ninguna manera ese momento místico podría haber sido planeado para él.
Y hasta llegó a pensar (mientras ella le lamía las muñecas como en un ritual) que tal vez ella lo mataría, pero ¿para qué, por qué? Que él no sabía nada de esa gente, que por qué ella le lamía las muñecas y no lo besaba o lo montaba... Y también estaba la sospecha sobre ese cuerpo, jeroglífico femenino, al que no sabía aún si llegaría a acceder.
Se sintió hociqueado, lamido como un hueso. Se preguntó si todo eso estaría bien. Olas de mueres-perro verdosas rompían unas con otras en el maremoto de su conciencia, y él se ahogaba cada vez más.
Hasta que se dio cuenta que ella se había detenido, la escuchaba respirar a su lado derecho. No se puede estimar cuánto tardo en abrir los ojos, pero lo hizo. La vio mirándolo con ojos casi vacíos. Se sorprendió de no encontrarla desnuda. Una suerte de camisón o enagua beige demasiado traslúcida le decía que ahora era su turno de hacer.
Bañado en sudor, no sabía cómo empezar. Se daba cuenta que nunca había tenido sexo, siempre lo confundía con el amor. No podía poseer una mujer si no la enamoraba. Esta era su oportunidad de separar las aguas y no sabía cómo. Torpemente cerró sus ojos y besó sus labios.
Ella simplemente se dejo besar. Ella no estaba ahí siendo besada. Ella estaba para que la besaran. Pero él sólo sentía su deseo y una ferocidad creciente que no fue correspondida. Recién entonces la volvió a mirar y se apartó un poco para verle toda la cara. Emilse no parecía inmutarse por la decisión. Es más, aprovechó para tenderse boca arriba en el colchón. Tal vez miraba la copa de humedad en el techo cuando le dijo:
"No sé si irme ahora o más tarde... ¿me ayudás?" Él sintió abuso, sintió vergüenza, sintió hastío y amargura, sintió cansancio y castigo. Sintió tanto que logró llorar. Miró las paredes y miró sus propios bordes. Extrañó su baúl y sus pequeñas certezas. Se paró y decidió ser cruel. "Yo sé mucho menos que vos; de todo, no sé nada" le dijo. Se vistió rápidamente y besó la frente de Emilse con el mismo apuro con el que salió de la habitación. Dejó el cuchillo (regalo de su padre) en la mesa, a modo de paga por la comida. Rosario, Morales y las otras lo miraron extrañadas. "No sé si hay mucho en este camino pero yo voy por más" les dijo, o se dijo a sí mismo. Salió rápidamente se la casa. La vergüenza lo impulsaba hacia cualquier rumbo. Tal vez hacia la mujer que lo enamoró en la calle, la de la voz de pasto recién cortado.
Se sentía miserable pero igual emprendió algo así como una búsqueda. De todas maneras ningún destino es mejor que otro, sobre todo en su caso, en donde el absurdo y el hastío parecían seguirlo como sombras.
Recordaba el anillo en el pié y la pollera de seda verde cuando creyó descubrir que, tal vez, el conjuro para que se aparezca habría sido "Lucy in the sky...". Lamentó no haberse llevado la radio.
Las piernas aguantaban. Rasgando sus mejillas con lágrimas peregrinas, avanzó por ciudades e indómitos carnavales. Miró mujeres diosas, mujeres hambre, mujeres madres, mujeres gordas, gordas de aguante, gordas de espera... "¿Qué es el día si no es amor?" se condenó. Y una niebla lo vistió a él y a sus miedos.

Sin embargo, con el tiempo, la palabra amor empezó a deshilacharse en su cabeza. Y la desesperación dio lugar al tedio, en la forma de una furia triste. Por momentos, las mujeres y los sánguches de sopa fueron lo mismo. Dejó de pensar en soportarse y casi creyó aceptarse. Pero siempre entre él y su paz encontraba bichos comiendo.

Fue un largo camino que lo llevaría siempre al mismo lugar: lo que no es real y pesa sin forma.
Un año entero pasó desde que comenzó su marcha. Todavía se repetía a veces "¿por que no puedo besar una mujer amor?" La búsqueda no parecía ayudarle a encontrar un sólo vértice donde dejar de pasarse la mano por el lomo.
Lo verdaderamente cruel era que creía encontrar guiños del destino en las más bajas arbitrariedades de lo que él llamaba, inútilmente “señales”. Una vez, por ejemplo, estuvo corriendo detrás de un auto, en cuya radio se oía la contraseña beatle, esperando que la canción la hiciera aparecer. Pero sólo consiguió un esguince y dos ganchos volados de izquierda-derecha, cuando el conductor advirtió un posible robo.

Su errante camino de tan cruzado se hizo llano. Y al fin no buscó más. Nada más.
Se acostó en una plaza y contempló el sol, maravillosa esfera que se daba toda y nada le pedía. Cerró los ojos y empezó a bañarse por dentro, capturando los olores de la plaza. Se inventó una primavera. Quiso cantar pero ninguna letra recordó, aunque una música en su cabeza lo invitaba a crear letra. La dejó salir. Sonreía y se sorprendía. Era algo así: "voy sin vos, voy con sol, todo verde alrededor, todo sin sabor."
Realmente le hacía mucha gracia. Se reía con toda su vida. Las carcajadas eran un ruido estrepitoso, como espasmos de bestia. Sin duda, empezó a ser advertido por los paseantes.
Nunca le había interesado el reggae (a penas podía identificar el ritmo), pero ahora era, sin quererlo, el mayor de los rastamanes. Bailaba en el suelo, cantaba y reía "voy sin vos, voy con sol, todos bailan alrededor, todo sin amor". No creía en lo que cantaba, pero le salía bien. Era auténtico y ridículo.
Algunas noches dormía en esa placita cercana al puerto. Un par de veces, de mañana, en su delirio creyó ver un rostro familiar entre la gente, pero desayunado por el sueño y la desidia, no prestó atención.
Los fines de semana había feria. Sin saber que era domingo, se acercó hipnotizado por los colores. Los feriantes ya lo tenían visto. Todos tenían una historia diferente sobre él, que fue un militante aguerrido y se entrenó en la isla; que es un multimillonario en banca rota; que no es de acá y fue un refugiado muchos años... Hasta alguien que confesó: “la verdad no sé quién es, pero a veces canta y me gusta, lo tienen que oír."
Se acercó a mirar el puesto de un artista que pintaba óleos con motivos de tango. Las imágenes supieron cómo afectarlo. Sintió claramente la pena de no haber sabido abrazar nunca a ninguna mujer de esa manera. Una nostalgia bruta lo envolvió y los colores terminaron de herirlo. La boca se le fue abriendo casi hasta el piso, y de a poco se fue convirtiendo en "el grito" de Munch. Todo él eran espatulazos de óleo. La espalda desnuda de una rubia tomada por la mano de un hombre sin rostro. Y los labios carmín, brillando con la seguridad del beso más preciso...
"Señor, esa señora lo busca" le dijo una niña tirándole de los pantalones. Giró su cabeza, aún con el rostro de Munch. Una mueca de falso desdén le cambió el semblante. Pero los ojos eran otra cosa. Eran gelatina de miedo puro. En algún sitio de su miseria la ansiedad volvía a crecer.
"Se burla, ¿quién podría buscarme?" Quiso dudar como si esos pensamientos pudieran hacer un conjuro contra el dolor.
La niña se rió al ver las muecas del hombre. Él buscó con su mirada de holocausto quién sería aquella persona. Y la vio... Le vio las piernas doradas, la pollera de seda verde, y sus manos cargadas de ganas. El odioso anillo abrazando el dedo de aquél pie. Le miró el rostro, el mismo que había dejado de imaginar hace tiempo y que era una invitación al olvido de todo lo que sobra.
Le bastó un segundo decidirse a confirmar si era real, porque no podía terminar de creer que haya tenido la bondad de presentarse tal cual la conservaba su memoria. La miraba sonreír, tan fresca, desoyendo tal vez presagios, que no pudo más que agradecer la crueldad de haberla encontrado. Ella retrocedió dos pasos cuando el avanzó uno, con la complicidad de los que juegan.
Mirándola sintió al fin tocar su centro. Ella parecía comprenderlo todo con su sonrisa. Se volteó y comenzó a caminar. Él flotaba tras ella, bebiendo su perfume. Ella llegó a una esquina y se detuvo para cruzar. Él le tocó el pelo y era suave como llovizna. Ella se dedicó a dejarse tocar. Reanudó la marcha y él, detrás, agradecía cada roce de su pollera.
"¿Por qué me seguís?" se despachó ella, seca, mientras se recogía el pelo con un broche de carey. Lo perturbó la inquisición, pensaba que todo estaba claro, que por fin se habían encontrado, que ella seguramente también lo habría estado esperando...
Ella le dejó el silencio para que él hiciese, realmente parecía no tener apuro en escuchar la respuesta.
"Porque quiero" dijo seguro. “Qué sé yo…”, remató y le tomó la mano. Él comenzó a caminar más rápido que ella, con mucha decisión. Estaba dispuesto a ser hombre: "haré de mi cerebro la hembra de mi espíritu y de mi espíritu el varón de mi cerebro" se dijo a sí mismo. Pero su caminata no tenia destino claro. Ella, detrás, tapaba risitas con la otra mano.
Algún dios piadoso puso pronto frente a ellos una escalera al río, y él lo agradeció besando la mano que apretaba. La invitó a sentarse en el primer escalón de arriba. Ella parecía fascinada y sin edad, más precisamente, sin tiempo.
Ambos miraban intermitentemente el horizonte y sus manos.
Pasó un rato hasta que volvieron a descubrirse.
Estaba todo tan claro que pensó que no haría falta nada más. Pero, por suerte, no se creyó mucho el engaño y la tomó suavemente por la nuca. La besó.
Un cardumen de sensaciones recorrió sus labios, su lengua y toda su columna. Una explosión de novedades lo descontroló.
El beso lejos estaba de ser “un beso”. Más bien fue un pacto necesario, sellado por el río. Una alteración más en el orden del mundo, pero para su mundo era la claudicación. Sabía que en el mismo instante en que dejara de besarla algo se habría roto. Que habría traspasado los límites de su abismo.

Alzó la mirada y soltó media sonrisa.
Sin miedo, sin pensamiento, y sin ella.
No le quedó ni la duda.

viernes, 14 de agosto de 2009

Círculo. Pablo de Rohka

Ayer jugaba el mundo como un gato en tu falda;
hoy te lame las finas botitas de paloma;
tienes el corazón poblado de cigarras,
y un parecido a muertas vihuelas desveladas,
gran melancólica.

Posiblemente quepa todo el mar en tus ojos
y quepa todo el sol en tu actitud de acuario;
como un perro amarillo te siguen los otoños,
y, ceñida de dioses fluviales y astronómicos,
eres la eternidad en la gota de espanto.

Tu ilusión se parece a una ciudad antigua,
a las caobas llenas de aroma entristecido,
a las piedras eternas y a las niñas heridas;
un pájaro de agosto se ahoga en tus pupilas,
y, como un traje obscuro, se te cae el delirio.

Seria como una espada, tienes la gran dulzura
de los viejos y tiernos sonetos del crepúsculo;
tu dignidad pueril arde como las frutas;
tus cantos se parecen a una gran jarra obscura
que se volcase arriba del ideal del mundo.

Tal como las semillas, te desgarraste en hijos,
y, lo mismo que un sueño que se multiplicara,
la carne dolorosa se te llenó de niños;
mujercita de invierno, nublada de suspiros,
la tristeza del sexo te muerde la palabra.

Todo el siglo te envuelve como una echarpe de oro;
y, desde la verdad lluviosa de mi enigma,
entonas la tonada de los últimos novios;
tu arrobamiento errante canta en los matrimonios,
cual una alondra de humo, con las alas ardidas.

Enterrada en los cubos sellados de la angustia,
como Dios en la negra botella de los cielos,
nieta de hombres, nacida en pueblos de locura,
a tu gran flor herida la acuestas en mi angustia,
debajo de mis sienes aradas de silencio.

Asocio tu figura a las hembras hebreas,
y te veo, mordida de aceites y ciudades,
escribir la amargura de las tierras morenas
en la táctica azul de la gran danza horrenda
con la cuchilla rosa del pie inabordable.

Niña de las historias melancólicas, niña,
niña de las novelas, niña de las tonadas,
tienes un gesto inmóvil de estampa de provincia
en el agua de asombro de la cara perdida
y en los serios cabellos goteados de dramas.

Estás sobre mi vida de piedra y hierro ardiente,
como la eternidad encima de los muertos,
recuerdo que viniste y has existido siempre,
mujer, mi mujer mía, conjunto de mujeres,
toda la especie humana se lamenta en tus huesos.

Llenas la tierra entera, como un viento rodante,
y tus cabellos huelen a tonada oceánica;
naranjo de los pueblos terrosos y joviales,
tienes la soledad llena de soledades,
y tu corazón tiene la forma de una lágrima.

Semejante a un rebaño de nubes, arrastrando
la cola inmensa y turbia de lo desconocido
tu alma enorme rebasa tus hechos y tus cantos,
y es lo mismo que un viento terrible y milenario
encadenado a una matita de suspiros.

Te pareces a esas cántaras populares,
tan graciosas y tan modestas de costumbres;
tu aristocracia inmóvil huele a yuyos rurales,
muchacha del país, florida de velámenes,
y la greda morena, triste de aves azules.

Derivas de mineros y de conquistadores,
ancha y violenta gente llevó tu sangre extraña,
y tu abuelo, Domingo Sánderson fue un HOMBRE;
yo los miro y los veo cruzando el horizonte
con tu actitud futura encima de la espalda.

Eres la permanencia de las cosas profundas
y la amada geografía llenando el Occidente;
tus labios y tus pechos son un panal de angustia,
y tu vientre maduro es un racimo de uvas
colgado del parrón colosal de la muerte.

Ay, amiga, mi amiga, tan amiga mi amiga,
cariñosa, lo mismo que el pan del hombre pobre;
naciste tú llorando y sollozó la vida;
yo te comparo a una cadena de fatigas
hecha para amarrar estrellas en desorden.

Zig-Zag 1925

martes, 21 de julio de 2009


me había sentado en el patio de tierra a espejear sin fé cuando se me apareció como la virgen de la Candelaria a Maria Livia. bajo el cielo de Purmamarca me contó entre coca y bica cómo cantar los sonetos de Shakespeare con la cajita coplera. me regaló su piedrita. a cambio le dejé una rayuela.

sábado, 20 de junio de 2009

la calle del agujero en cabrera

aconteció la suerte de un encuentro
que paso a paso me dejó sus huellas


fernando cabrera canta en Almagro, a metros de seis años en una cueva húmeda y al rastro de un abrazo rojo que aún no puedo escribir, porque yo también voy lento.

ahora no se cómo se cuenta lo íntimo. podría nombrar una presión en el pecho y una tensión en la garganta o una felicidad que se parece a la tristeza. sí voy a decir que estalló una estrella y que andá a juntar los pedazos de un poema en portugués.

(nada del asunto del tobogán de lágrimas que de vergüenza)

por eso te pido una vez más
tomátelo con tranquilidad
puede ser ayer nunca o después
pero tu amor dame alguna vez

como una sombra imantada siempre un paso más allá y un visceral sentimiento de fé, así me encuentra el mal del sueño, corriendo de una calle a otra para no deshacer el puente que no es sólo musical, para honrar esa dulzura distante que cada vez es menor.

pero para qué nombrar con palabras de este mundo lo que mal a penas se puede balbucear.

dejemos hablar al viento diría Onetti.

o escuchemos la música de junio corriendo por las calles de almagro

sólo que no puedo olvidar la partida encandilada. ¿sucedió o sólo fue el fulgor de la estrella? Yo lo vi desarmarse antes de irme. Yo me hubiera quedado para siempre esa noche.

lavalle. el puerto. uruguay. mario bravo. cabrera.


hay que rondar el silencio.

sábado, 13 de junio de 2009

El guardián del hielo. José Watanabe.

Y coincidimos en el terral
el heladero con su carretilla averiada
y yo
que corría tras los pájaros huidos del fuego
de la zafra.
También coincidió el sol.
En esa situación cómo negarse a un favor llano:
el heladero me pidió cuidar su efímero hielo.
Oh cuidar lo fugaz bajo el sol...
El hielo empezó a derretirse
bajo mi sombra, tan desesperada
como inútil

Diluyéndose
dibujaba seres esbeltos y primordiales
que sólo un instante tenían firmeza
de cristal de cuarzo
y enseguida eran formas puras
como de montaña o planeta
que se devasta.
No se puede amar lo que tan rápido fuga.
Ama rápido, me dijo el sol.
Y así aprendí, en su ardiente y perverso reino,
a cumplir con la vida:
Yo soy el guardían del hielo.

un desconocido silba en el bosque

Un desconocido silba en el bosque.
Los patios se llenan de niebla.
El padre lee a sus hijos un cuento de hadas
y el hermano muerto escucha tras la puerta.

Se apaga en la ventana
la bujía que nos señalaba el camino.
No hallábamos la hora de volver a casa,
pero nos detenemos sin saber dónde ir
cuando un desconocido silba en el bosque.

Detrás de nuestros párpados surge el invierno
trayendo una nieve que no es de este mundo
y que borra nuestras huellas y las huellas del sol
cuando un desconocido silba en el bosque.

Debíamos decir que ya no nos esperen,
pero hemos cambiado de lenguaje
y nadie podrá comprender a los que oímos
a un desconocido silbar en el bosque.

Jorge Teillier

dos canciones dos (una)

farolito de papel o una canción más de otoño

como una rayuela de plástico chino
origami pisoteado antes de subir al cielo
o a la calesita

y un Resnais fuera de foco


Mucho humo y poca luz,
farolito de papel...


(no pudiste rumiar nada más que un plagio)

jueves, 11 de junio de 2009

ROQUE DALTON, POEMA XVIII

De nuevo la gran sima, las viejas
usanzas! Qué hacer entonces con nuestra risa,
qué hacer con nuestra libertad,
con nuestra moral basada en la cólera?

Me hablas del espíritu -viejo tema dominical-,
eres bella y supongo que tienes una verdad para ejercicio de tu creencia
(yo tengo los ojos fijos en ese insecto aplastado,
en su vientre que acaba en una viscosidad amarilla).

¿No advertís lo aburrida que puede ser la esperanza?
Lo que importa es tomar una desición:
la del asesino, la del que se atreve al fin a ser él mismo,
la del salvador o la del héroe.

No puedes pasarte la vida volviendo,
sobre todo a la porquería que tienes por país,
al desastre en que te han convertido la casa de tus padres,
sólo por el afán de saludar o traernos palabras de consuelo.
Toda piedad aquí es cruel si no incendia algo.

Todo signo de madurez debe probar su capacidad de destrucción.

Y no pidas mucha certidumbre. Cuando uno se ahoga
no pregunta a qué puerto va el primer lanchón que pasa.

Pero sobre todas las cosas la santa, la pura impaciencia.

Incluso te digo que te cuides de tu rebeldía.
Ella es el mejor corazón,
pero también es capaz de segregar podredumbre.
No debemos hablar más así. A estas alturas sería difícil
encontrar una broma, alegrarnos.

En cada costado llevamos tantos muertos
y bajo la piel tantos demonios,
que el momento más grave de nuestra vida
es ese en el cual luchamos por reír.

Además, resulta tan increíble nuestro aferramiento al amor!

Es que nos hemos dejado embaucar y estamos tan indefensos
que ni siquiera atinamos a escoger entre los más altos deberes.

Al mismo tiempo queremos salvar al viajero perdido, a la fiera y a la montaña.
En todo caso,
la eficiencia de nuestras creencias de hoy
(ciertos dioses, nosotros, ciertas actividades furtivas, ciertos odios)
estará por completo en manos de su frescura.
La juventud sí salva. El día en que el mundo
haya vivido lo suficiente para ser joven
podremos dedicarnos a cuidar los hijos
o a darnos celos en cuestiones del cuerpo.

Mientras tanto no nos limitemos a esperar.

Hemos dicho cosas demasiado graves
para quedarnos impávidos en la súplica de un veredicto.

No estamos solos.


ROQUE DALTON. POETA Y REVOLUCIONARIO SALVADOREÑO (1935-1975)

martes, 26 de mayo de 2009

Juan Lucangioli y Eliana Medero en el Caras y Caretas



Juan Lucangioli nos brinda una atmósfera musical donde se entrecruzan el candombe, la milonga,la bossa y el folclore, y con letras que recorren lo cotidiano, el amor, lo espiritual sin perder la simpleza y la frescura en el discurso.
Junto a Carlos Carrizo(guitarra) Esteban Buazzo (percusión), Luis Bertorelli(batería), Lucas Bianco (bajo).
Y Eliana Medero (voz) como artista invitada, de vuelta del Festival de Tango en Cork, Irlanda, de la mano de su maestro y amigo Juan, esta vez con canciones que reflejan un sentido camino por la música latinoamericana.


Viernes 05 de junio 21hs
Centro Cultural Caras y Caretas
Venezuela 330
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Reservas 5354-6618


Invita Araca Sur

lunes, 25 de mayo de 2009

"Visible, invisible" Arturo Carrera

Que este brío dure,
que los pájaros imiten el grito de los terneros
al anochecer. La gata agazapada
bajo el vaho de las buenasnoches.

Y mezclas, matices,
pero como se mezclan dos nubes
y como entra en el incienso el hipo del incienso
haciéndonos sentir su barrido,
su despejo de falsas sensaciones.

Y como entra la noche en el atardecer
bajo la soledad sonora de los grillos
—la música callada de las luciérnagas mezquinas.

y que se unan otra vez esas rachas de sonido
a la única voz en que juntos vacilamos.
Sonidos que ignoraban ser iguales, apenas iguales:
secretos ejercicios de alegría

visible como el espiado,
como un habla de visible en lo invisible,
la laguna.


Arturo Carrera

sábado, 23 de mayo de 2009

"¿cómo se explica la suerte, cómo se explican las despedidas?"(malyevados)

sin junio pero con frío y lamiéndonos las heridas
arrinconados, mostrando los dientes al espejo para creernos algo más que miedo
uno tenía las canciones y alguien dijo la palabra fé
pero la noche traga y no convida
hay un vestido y un perfume en el fondo del silencio
hay unas escaleras con la memoria intacta
y un país lejano sólo para ellos

dice que también hay pájaros que cantan en la noche

lunes, 6 de abril de 2009

Eliana Medero en el Festival de Tango de Cork

http://

Junto a Steven O' Neill. Cork, Irlanda. Marzo de 2009.

jueves, 12 de febrero de 2009

"sigo andando y te veo a vos con tus ojos de viajar"



Sos esa belleza que duele.
Aparecés cuando yo acabo de comprender que debo doblar la esquina.
Y ahora parecen no tener sentido mis ganas de curarme. Tu sombra es mi vuelo.

Demasiado tarde, siempre, porque aunque hiciéramos tantas veces el amor la felicidad tenía que ser otra cosa, algo quizá más triste que esta paz y este placer, un aire como de unicornio o isla, una caída interminable en la inmovilidad.

Andaban sin buscarse pero sabiendo que andaban para encontrarse.