ofrendas
como el instante cóncavo a donde van a ahogarse los mejores animales de tu memoria
y esa debilidad por los despojos que te cubre los hilitos
de voz
cuando olvidás la certeza en la calle
fundan este espacio que te nombra
con ternura cruda
cuelan las armas de la astucia
y todo lo que sobra es derramado sobre tu vestido
ahora en tu patio está la tarde lamiendo el rastro salado de una sonrisa que va secándose como el poema de un pájaro que se resiste a ser dibujado.
martes, 13 de julio de 2010
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