ARACA SUR es un espacio artistico que surge ante la necesidad de vivir y difundir nuestra identidad. Por un lado como habitantes de la geografía del sur del mundo, de Latinoamérica, de Buenos Aires. Por otro, ARACA SUR, también participa del sentimiento de sentirse o "ser" al sur como elección y no sólo como determinante de una ubicación geográfica.
O apenas un recorte personal de nuestra Historia intrincada al margen de un río barroso.





sábado, 29 de noviembre de 2008

Las mantenidas sin sueños (trailer)



Belleza cruda. Hasta los ciegos lloraron por su belleza.


Gracias Vera... y feliz 2009 para vos también.

jueves, 27 de noviembre de 2008

un poco de amor francés

de esa miel no comen las hormigas...


cómo podría amarte con tanta melancolía. fue tan sombrío y felíz, nuestro amor.


La hija del fletero
(Beilinson - Solari)

La hija del fletero, linda infinita
volvió a Madrid, donde parece que es feliz
ese día me mandó al descenso
recuerdo como su mirada me volteó.

Pero dos que se quieren se dicen cualquier cosa
Ay! si pudieras recordar sin rencor.

En mi buzón hay un par de cartas tuyas
fueron juntándose, y no tengo el valor...
Todavía su amor me da descargas
(nunca tuvo el higo seco junto a mí).

Pero a los ciegos no le gustan los sordos
y un corazón no se endurece porque sí.

No calentás la misma cama por dos noches
me reclamaba y no la quise oír
hice de todo por impresionarla
y dejé huérfano todo su penar.

No me gustó como nos despedimos
daban sus labios rocío y no bebí.
Sopa de almejas es todo lo que como
(siempre fui menos que mi reputación).


Falta poco para que el pibe de Concordia cumpla 60 años (sí, el mismo día...)


Ciertos reyes no viajan en camello; ellos andan el tranco del amor. Esos tipos soplan con el viento al rebaño y su temor.

Aquí un poco de las necesarias canciones de Los Redondos.


Estás llamando a un gato con silbidos


Ah, Mariano, tenés razón. Madrid es lo que yo hice con lo que hicieron de mí.
Esta vez tiene que ser diferente ("yo no me caí del cielo").


Con lo que cuesta armar un full. Eso de mirar "Último tango..." y después irse a comer facturas ya me da alergia. Me quedo con los juguetes rabiosos.

Y tengo a Vincent en la valija.


...ahora que alguien venga a decirme que París no es el Sur...

martes, 25 de noviembre de 2008

María Negroni

Y yo, esa mujer cansada, sin saber qué hacer con tanta huida, dónde esconder las armas del exilio y la astucia.
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El espejo del alma
Como el alma que canta por sí misma
en su limpia casa de cristal
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Hermann Broch
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Tuve que viajar a Nevada para verte. Una gran planicie rodeaba la casa donde me esperabas con una túnica blanca, más alta que de costumbre. Presentí que la casa existía en la memoria, cosa que confirmaste atravesando con tu brazo el hielo que suplantaba ahora a las paredes. Acostumbrada a esconderme en las palabras, quise darte una carta. Esa carta hablaba de las diferencias del río: lo que fue, lo que es, lo que será. Pero vos eras el río y la imagen del río, visto desde la altura (quiero decir, la furia misma). Me miraste, morada de ternura, bajo el color inconstante de la niebla. Terminé por tratar de pinchar la carta a tu plumaje pero te negaste, afable, como quien aprecia el esfuerzo de simular lo imposible. El pico tembló ligeramente. Me dejaste a merced de la felicidad, contemplándote, ahora que eras un enorme pájaro blanco.


Carta a sèvres
You are forced to be a good loser,
everything has run past you and away
from you.
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Artur Lundkvist
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...Ahora que llueve, que irrumpen las voces de la noche, el vientre de la noche, la inspiración azul. Que todo se derrumba al fondo de sí mismo, los héroes huyen, el silencio brama, lo cerrado es abierto, la parte el todo, lo ambiguo ambiguo. Que me pierdo en ciudades que aún no he sido, azorada de lo que existe sin ninguna razón, sin reclamar un sentido, y es vasto y múltiple y vacío como un poema que le habla a Dios. Que estas líneas al filo de mi cuerpo consuman por fin lo inexistente y su alegría, este elusivo interregno que soy, ese jardín ilegible donde la dama deshonesta escribe en su rincón de sombras. Y todo sucede tan lento, el temor y la tensión, ese futuro perdido como una pena, el deseo que hace tanto es una enfermedad, todo ocurre como si lo hubiera traído un visitante, una parte de mí más grande que yo, la que tiene un sueño incumplido pero la idea se le escapa, como una promesa. Y está bien así, todo debe aprender a perder, a volver al reino de lo desconocido incluso el amor más durable, el que se ignora a sí mismo. Ahora que los cantos no importan, o importan en la medida en que fracasan (pues la belleza se revela —sólo— en aquello que se quiebra), que me he quedado sola, sola en la casa ciega, yo, la novia sensual de la penumbra, y alguien susurra a mi oído el arte de limpiar el jardín...
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María Negroni nació en Rosario en 1951. Ha escrito poemas, ensayos e importantes traducciones de la literatura francesa y una novela que me tiene totalmente cautiva "La Anunciación". Gracias al amigo Barea por habérmela confiado.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

¿quién más estaba?
¿quién vió todos nuestros ojos brillar ?
esa tarde de noviembre...


Juan Pablo Fernández (en "Escafado", de P.O.R)

sábado, 8 de noviembre de 2008

11 de noviembre de 1910. Nace Manuel Mujica Lainez

Fragmento del cuento La ciudad encantada

Y así, toda mi vida, harto lo sabes, fue averiguar de la Ciudad Encantada...

-¿Para dónde piensas que está tu ciudad?- inquiría Bruno en son de mofa.
-Hacia allá... hacia allá...
Unas veces indicaba un rumbo, en la vaguedad del horizonte; otras, escogía una dirección opuesta. (...)
-¿ Y la ciudad?
-Por allá... más allá... (Como si pudiera surgir de repente, encendida como una inmensa lámpara en los secos pastizales.)

Leonor... Ella sí creyó en la ciudad encantada. Como Jayme. Lo que les vinculaba era aquella quimera, aquel imposible. (...)

No hay nada más triste y sin sustancia; nada más distante de mi condición. Me sofoca, me abruma; la grosería de mis compañeros me desespera. Veinte años he sufrido así, aunque nunca te lo dije. Si no tuviera mi Ciudad, no sé qué haría. He estudiado cuanto a ella se refiere, comparando cuidadosamente las memorias de los viajeros, y cada vez me convenzo más de que la ciudad que buscó el capitán César existe. Sólo que se esconde al sur, muy al sur, donde la construyeron los primeros náufragos. (...)

Ha sido más recio que la miseria y la burla. (...) Soñar... ¿por qué no hizo como él, que hoy es opulento y bien mirado? (...) La Ciudad Encantada ¡bah!... eso no lleva más que a vaciar el cerebro, a roerlo, a enloquecer.

(...) Lo que sí me importa es llegar a la ciudad de los Césares, probarme que mi vida no ha sido vana.
(...) La Ciudad Encantada está ahí, al alcance de nuestras manos.


¿Y si Jayme tuviera razón? ¿Si la ciudad se hallara ahí? La ve crecer en el vaho de oro que cubre el horizonte con su neblina. Ve su espejismo de torres, los tapices deslumbrantes volcados en las murallas, los centinelas cuyas corazas relampaguean. ¿Y si Jayme tuviera razón?

¿Si la conquistara?



Y si no existiera, qué serían acaso estos guiños, vanos espejismos u otra cosa, qué entonces? Motivos para creer en la búsqueda?
Al menos la ciudad como ciertas personas funcionan como faros, no metas, sino lumbres. Muestran por dónde vamos, y la relación, por dónde queremos ir.
Tal vez su acceso no esté vedado sino sólo limitado y aún no lo vemos. Tal vez el umbral posea una puerta tan estrecha de manera que sólo podamos atravesarla solos, de a uno.

(no puedo reprocharte nada, encontré en tu amor la fé perdida...)

Sé que existe, aunque sea sólo para mí, aunque no se pueda mostrar, contar o compartir.

domingo, 2 de noviembre de 2008

1 de noviembre. El sur es Él.


Se escondían para ver la ciudad desde la Torre de Los Ingleses. Dentro ella rezaría: y si es que alguno curioso te llama, para saber si me quieres a mí, di con la boca, que no, que no me amas, pero con tu alma repite que sí...
Cuando estaban lejos los tangos hablaron por ellos. Y cuando estaban cerca, también.

Brindo por su nostalgia, por la soledad de los que andan delante mirando hacia atrás. Y por la grandeza de ciertos despojos.


Reminiscencia

Alrededor del alma gira y gira la historia
de un inútil recuerdo. (Inútil y querido).
Se fue por los caminos de la mala memoria
y retorna a mis versos como un niño perdido.

Era (la reconstruye vaga reminiscencia),
una dulce muchacha (prefiero dulce y triste).
Tenía, lo supongo, el temblor de la ausencia.
(Tengo que suponerlo, puesto que ya no existe).

Era (y hablo en pasado perfecto e imperfecto),
el vuelo fatigado que se posó en mi nido.
El tener pocos años fue mi enorme defecto
y mi culpa, la culpa de amontonar olvido.

Tal vez fue la más triste o fue la más sincera.
Tal vez la que me hubiera colmado de alegría.
Tal vez la que en el manso suceder de la espera
destejía en la noche los telares del día.

El mínimo rumor de su paso sin ruido
la trajo blandamente hasta un rincón cercano.
Con presencia de arena yo sé que la he tenido
y sé, también, que luego, se me fue de la mano.

Después busqué su vida en sórdidos intentos,
repitiendo su nombre, recordando sus ojos
y cavando en la tierra de mis remordimientos
con la mala esperanza de encontrar sus despojos.

Pero no es ni la luz que de pronto se apaga
y titila en el fondo de la noche perdida.
Es una estrella muerta, una estrella que vaga
más allá de ese cielo, más allá de esta vida.

Andará sobre el polvo que transitó mi paso.
(Caminos extraviados. Calles de pueblos viejos).
Y habrán de acompañarla en la hora del ocaso
las heladas imágenes que dejó en los espejos.

Estará acurrucada al lado de los días
que, sin duda, he vivido pero que no memoro,
junto con las palabras que una vez fueron mías
y los paisajes muertos por los que a veces, lloro.

Homero Manzi