ARACA SUR es un espacio artistico que surge ante la necesidad de vivir y difundir nuestra identidad. Por un lado como habitantes de la geografía del sur del mundo, de Latinoamérica, de Buenos Aires. Por otro, ARACA SUR, también participa del sentimiento de sentirse o "ser" al sur como elección y no sólo como determinante de una ubicación geográfica.
O apenas un recorte personal de nuestra Historia intrincada al margen de un río barroso.





sábado, 8 de noviembre de 2008

11 de noviembre de 1910. Nace Manuel Mujica Lainez

Fragmento del cuento La ciudad encantada

Y así, toda mi vida, harto lo sabes, fue averiguar de la Ciudad Encantada...

-¿Para dónde piensas que está tu ciudad?- inquiría Bruno en son de mofa.
-Hacia allá... hacia allá...
Unas veces indicaba un rumbo, en la vaguedad del horizonte; otras, escogía una dirección opuesta. (...)
-¿ Y la ciudad?
-Por allá... más allá... (Como si pudiera surgir de repente, encendida como una inmensa lámpara en los secos pastizales.)

Leonor... Ella sí creyó en la ciudad encantada. Como Jayme. Lo que les vinculaba era aquella quimera, aquel imposible. (...)

No hay nada más triste y sin sustancia; nada más distante de mi condición. Me sofoca, me abruma; la grosería de mis compañeros me desespera. Veinte años he sufrido así, aunque nunca te lo dije. Si no tuviera mi Ciudad, no sé qué haría. He estudiado cuanto a ella se refiere, comparando cuidadosamente las memorias de los viajeros, y cada vez me convenzo más de que la ciudad que buscó el capitán César existe. Sólo que se esconde al sur, muy al sur, donde la construyeron los primeros náufragos. (...)

Ha sido más recio que la miseria y la burla. (...) Soñar... ¿por qué no hizo como él, que hoy es opulento y bien mirado? (...) La Ciudad Encantada ¡bah!... eso no lleva más que a vaciar el cerebro, a roerlo, a enloquecer.

(...) Lo que sí me importa es llegar a la ciudad de los Césares, probarme que mi vida no ha sido vana.
(...) La Ciudad Encantada está ahí, al alcance de nuestras manos.


¿Y si Jayme tuviera razón? ¿Si la ciudad se hallara ahí? La ve crecer en el vaho de oro que cubre el horizonte con su neblina. Ve su espejismo de torres, los tapices deslumbrantes volcados en las murallas, los centinelas cuyas corazas relampaguean. ¿Y si Jayme tuviera razón?

¿Si la conquistara?



Y si no existiera, qué serían acaso estos guiños, vanos espejismos u otra cosa, qué entonces? Motivos para creer en la búsqueda?
Al menos la ciudad como ciertas personas funcionan como faros, no metas, sino lumbres. Muestran por dónde vamos, y la relación, por dónde queremos ir.
Tal vez su acceso no esté vedado sino sólo limitado y aún no lo vemos. Tal vez el umbral posea una puerta tan estrecha de manera que sólo podamos atravesarla solos, de a uno.

(no puedo reprocharte nada, encontré en tu amor la fé perdida...)

Sé que existe, aunque sea sólo para mí, aunque no se pueda mostrar, contar o compartir.

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