Fin y principios
Estoy en los ruidos de la tristeza,
en las tablas de la perdición,
en el aire de este tiempo maldito, infortunado;
llovizna criminal y sucia.
En aventuras, en la queja
del muerto y el terror de los vivos y el soplo
de los convalecientes.
Estoy en el clamor encontrado, fuera
de la felicidad y el fascismo y el olvido sin escuchar
la clausura y la ausencia,
sin tolerar la conmiseración, o desconocer
la alegría o la bondad o el dolor del caído.
Sin sentir resignaciones, sufriendo con rabia
la esperanza, viviendo a mi manera.
Paco Urondo
Por supuesto que sentiría todo un gesto que los amigos se disculpasen.
Claro que quiero que alguien desee volver a verme. Y desde ya que si me volvieran a decir que se me extraña me sentiría mejor.
Pero sinceramente, sentidamente.
Lo que sucede es que acá parece que los precios son muy altos, y para reconocer un error hay que pasar por la cobardía y la mediocridad primero.
Y comunicar el deseo puede devenir en temor a otro pacto que firmar a ciegas.
Y yo que tengo el hartazgo fácil y la virtud de no saber explicarme, tengo que reconocer que cada vez es más incómodo. Que empiezo a preguntarme si la fórmula no será ser egoísta y comenzar a decirle al mundo cuánto me debe (al menos es más claro).
O tal vez simplemente no se puede/debe pretender mucho de las relaciones humanas, de lo que se asemeja más bien a una "industria" de las relaciones humanas.
Bien, pero ¿y las grietas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario