La súbita lucidez de huir hacia adentro. La cobardía de negar los bordes.
Ah! Manuel-cronopio, c´est à dire, visitante ilustre de purgatorios...
"¿Tu pasión es cruzarte con isleros?"
París se le escapa de la carne con los penúltimos tangos. Los naufragios mentales también gotean.
Se indigna "¿cómo nadie despierta a Satchmo?"
Adicta a los desiertos camina (también tropieza). El otoño tiene prisa en morderle los pies.
Bar "La paz de los desangelados", tal vez Pompeya, tal vez con vísta al puente Alsina y a un río que nada se lleva y todo cela (perros fantasmas la esperan en la esquina). Pierde la paciencia, no se decide por una silla, nueve sin contar los tres cuartos de otra que sin discusión es propiedad del gato que persigue su cola.
Puro tedio sistemático, y algo de melancolía por vicio. Nada golpea ya, todo acaricia.
Le escribe a su desangelado (preferido?) que espera la redención de un espejo roto que le corte la sombra y desparrame las cenizas de las palabras sobre sus huesos verdes (vaya esto como un desafío, una súplica...o nada).
-Vinagre y moscas para las heridas, por favor. (¡que ardan, que no desaparezcan!)
Se tentó con cierta solemnidad... y, naturalmente, la gran náusea.
Entonces huyó otra vez, la discípula de Sísifo.
Pero dicen que volverá sublime.
Ah! Manuel-cronopio, c´est à dire, visitante ilustre de purgatorios...
"¿Tu pasión es cruzarte con isleros?"
París se le escapa de la carne con los penúltimos tangos. Los naufragios mentales también gotean.
Se indigna "¿cómo nadie despierta a Satchmo?"
Adicta a los desiertos camina (también tropieza). El otoño tiene prisa en morderle los pies.
Bar "La paz de los desangelados", tal vez Pompeya, tal vez con vísta al puente Alsina y a un río que nada se lleva y todo cela (perros fantasmas la esperan en la esquina). Pierde la paciencia, no se decide por una silla, nueve sin contar los tres cuartos de otra que sin discusión es propiedad del gato que persigue su cola.
Puro tedio sistemático, y algo de melancolía por vicio. Nada golpea ya, todo acaricia.
Le escribe a su desangelado (preferido?) que espera la redención de un espejo roto que le corte la sombra y desparrame las cenizas de las palabras sobre sus huesos verdes (vaya esto como un desafío, una súplica...o nada).
-Vinagre y moscas para las heridas, por favor. (¡que ardan, que no desaparezcan!)
Se tentó con cierta solemnidad... y, naturalmente, la gran náusea.
Entonces huyó otra vez, la discípula de Sísifo.
Pero dicen que volverá sublime.
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